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“Diarios del Sahara” de Sanmao. La obra que acercó a China el Sahara Occidental. Presentación en Madrid

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El desierto me ha enseñado muchas cosas, porque era una vida muy dura. Mi primer libro, "Cuentos del Sahara", está lleno de una vida muy fuerte y muy pobre, y tiene alegría, ganas de vivir, en una tierra en la que no hay nada, ni material ni culturalmente... Hablo de mí, de mi marido y de mis amigos, saharauis y españoles. Sanmao
Hace unos años unos estudiantes chinos de la Universidad Autónoma de Madrid dejaron sorprendidos al escritor saharaui Bahia Awah, cuando se encontraba impartiendo una clase sobre el Sahara Occidental en un Máster de Antropología. Al preguntar sobre qué sabían acerca de la excolonia española, los alumnos chinos dijeron que la conocían por los Cuentos de Sanmao. La sorpresa fue mayúscula, ¿quién era Sanmao?, ¿qué hacía una china en el Sahara en los últimos años de presencia de la metrópoli? Bahia empezó a indagar sobre aquella historia y halló respuestas fascinantes. Encontró varios artículos sobre su increíble historia y rescató testimonios de saharauis y españoles que conocieron a Sanmao y a su marido José Mª Quero en El Aaiun en los años 70. Sus Cuentos del Sahara no estaban traducidos y tan sólo había una breve selección de sus trabajos hecha para Reader's Digest. Él mismo publicó un artículo sobre Sanmao en el blog de los escritores saharauis ¿Y dónde queda el Sahara? y continuó comprometido con la historia de aquella mujer que acercó su tierra a millones de lectores de tan remoto país.
Pero, ¿quién es Sanmao? Su verdadero nombre es Echo Chen (1943-1991), nació en China continental pero se trasladó muy pequeña a Taiwán. Sanmao es su pseudónimo, que significa “Tres pelos” 三毛nombre que toma de un conocido personaje chino de dibujos, un niño muy listo que vive en la calle. Su relación con el español José Mª Quero le llevó a vivir varios años en el Sahara Occidental y Canarias. Es autora de más de veinte obras, casi todas de contenido autobiográfico.
La inquietud de Bahia por leer los relatos de aquella increíble mujer se ha visto aplacada con la publicación por fin en español de “Diarios del Sahara”, gracias a una editorial de reciente creación, :Rata_ El pasado jueves 10 de noviembre la obra de Sanmao se presentaba en el Instituto Confucio de Madrid.
La presentación comenzó con las palabras de Isabel Cervera, directora del Instituto Confucio de Madrid, que definió la obra como una “excelente descripción de la vida en el Sahara Español de la época”. Destacó que la voz de Sanmao conecta a los saharauis y a los españoles. “Ella era de fuera pero a la vez formó parte de ambos mundos, trató de comprender ambas realidades, incluso en aquellos difíciles momentos de la salida de España del territorio”. Isabel destacó una contradicción, que se citó varias veces, entre esa buena convivencia que buscaba con ambos mundos frente a la total libertad con la que escribía al hacerlo en chino, lengua totalmente ajena a ambos pueblos, y que de alguna manera la protegía para escribir lo que quería, sin cortapisas.
Con total entusiasmo habló Iolanda Batallé, editora de Rata Books, de este primer volumen que marca el nacimiento de su editorial. Calificó la publicación de “un trabajo muy largo hasta poder traducir el libro al español y al catalán” y explicó que han elegido “Diarios del Sahara” como título fundacional porque refleja el espíritu de la editorial, ya que se trata de un texto hecho desde la necesidad, la verdad, desde las entrañas. “Ella escribía la vida y vivía para escribir. Fue sobre todo una narradora oral, cualquier situación la transformaba en literatura, confluyendo vida y escritura”, afirmó la editora, destacando que esta obra transmite que al otro lado hay una persona de carne y hueso. “Las historias de Sanmao son impresionantes, emocionantes, de una intensidad, potencia y calidad humana excepcionales. Con aparente sencillez nos transmite una enorme cantidad de emociones”. Iolanda destacó que todos somos guardianes de la obra de Sanmao, una autora que en los últimos cinco años ha vendido diez millones de ejemplares, siendo ésta la primera vez que se traduce a Sanmao en Occidente, “un hecho de justicia con la obra de esta autora”, afirmó. El que seguramente va a ser año Sanmao culmina además con la noticia de que Bloomberg se ha quedado con sus derechos para el mundo anglosajón y que el libro se va a traducir a más idiomas. Sanmao no se ponía trabas a la hora de escribir, hay comentarios que resultan hoy en día políticamente incorrectos, ya que escribía sin filtros y sin prejuicios. “Eso lo hemos mantenido en la traducción”.
Natalia Carrero, autora del segundo libro editado por Rata “Yo misma, supongo”, reconoció haber descubierto a Sanmao a través de Iolanda. Natalia calificó la escritura de Sanmao como “de palillo chino”, minuciosa y trabajada hasta el último detalle. De nuevo durante el acto se habló de la libertad total con la escribía la autora, así Natalia calificó a Sanmao de “superviviente, vivió y escribió lo que quiso, sin filtros; su mirada no estaba coartada, escribir en su idioma original le permitía aislarse”. Señaló como “en su aventura viajera y geográfica supo estar en el momento adecuado”. Lo que predomina en su literatura es que invita a seguir leyendo, “es una escritura clara y elegante pero no simple; sabía escoger los temas, el tono, gracias a su cualidad de comunicóloga”. Al leer “se entra en modo Sanmao, parece que la conoces”. También quiso destacar su faceta cómica, “nunca dejaba de tener los pies en el suelo, con un cordura muy juguetona, muy díscola”. Sanmao supo mezclarse en el Sahara con los saharauis, “jugaba a tantear todos los roles, tras cada persona hay una mirada y llegaba al paisaje a través de las personas”. Natalia destacó que el espíritu Sanmao “es muy Confuciano, no individualista y con responsabilidad con la humanidad, basado en valores que buscan la justicia, con un lenguaje cordializante, de amistad entre las personas”.
La hermana del esposo de Sanmao, Carmen Quero, puso la nota más personal. Resumió la forma en que se conocieron cuando Sanmao fue a Madrid a casa de un íntimo amigo de sus padres, un cocinero chino casado con una italiana. Sus hijos eran amigos de una familia española que habitaba en el mismo bloque y ahí se produjo el encuentro. José Mª, menor que Sanmao, se enamoró pero ella no vio más que a un muchacho. Tiempo después Sanmao regresó a Madrid y José Mª, que ya no era un adolescente, comenzó una relación con ella. Había estado haciendo la mili en el Sahara y traía una oferta de trabajo para El Aaiun. A la ciudad saharaui se trasladaron ya como pareja y allí vivieron entre 1974 y 1975, estancia que inspiró estos “Diarios del Sahara”.
Carmen señaló que en Sanmao había mucha alegría pero también una gran tristeza, “tenía una gran lucha interna”; el libro es muy divertido pero a la vez “muy intenso” porque Sanmao era una persona compleja, “irradiaba felicidad pero también tenía una parte trágica”. Iolanda recalcó esta dualidad en la personalidad de Sanmao, “eso fue probablemente lo que le permitió escribir su extensa obra, los que escriben lo hacen porque siempre están buscando algo”. “Leyendo el libro vuelvo a ver a Sanmao pero también a José Mª”, afirmó Carmen. “Ella retrata al José Mª que conocimos, trabajador y con gran tesón, enamorado de ella, pero también envuelve hechos en ficción”. Carmen explicó que Sanmao les escribía muchas cartas, “desgraciadamente no guardo todas”, en las que hablaba de muchos asuntos personales. Recordó que tras la muerte de su marido Sanmao escribía cosas “tremendas”. “En ellas decía que había comenzado otra vida con él y que todavía tenía a José Mª”. Carmen finalizó afirmando que con su obra “Sanmao se ha inmortalizado pero también ha inmortalizado a mi hermano”. Prueba de ello es la cantidad de turistas chinos que visitan la tumba de José Mª Quero, fallecido en La Palma en septiembre de 1979, en el cementerio de la ciudad y el monumento dedicado a ambos, un mirador literario en la Fajana de Barlovento.
Me quedo con las palabras que nos dijo Javier Quero, hermano de José Mª, finalizada la presentación. Entre abrazos señaló que su hermano llevaba en el corazón a los saharauis y nunca les olvidó. Por fin podemos leer a Sanmao y agradecerle haber llevado el Sahara a los rincones más insospechados, como descubrió un sorprendido Bahia hace ya unos años.





"Rude boy" love The Clash. Rockumentary para una época convulsa

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Siempre he sido una convencida entusiasta de los documentales y películas rock, en especial si están dedicados a mis bandas preferidas y disfrutados en pantalla grande. Pocas cosas hay igual de emocionantes. Tengo clavada la espina de no haber visto en cine Quadrophenia y The kids are alright, ambas de The Who (a ver si alguna sala se apunta). Sin embargo, ser espectadora en 2011 en los cines Golem de Madrid de las más de tres horas del documental sobre George Harrison “Living in the Material World”, dirigido por Scorsese, me reafirmó en el placer que supone ver y escuchar a nuestros ídolos con toda la pulcritud y brillantez de una proyección en pantalla grande.
Así como en septiembre de este año vimos en cine el “Eight days a week” de los Beatles, este mes de noviembre nos preparábamos para disfrutar del festival In-Edit, que traía cosas interesantes a Madrid. Nosotros nos decantamos por Gimme Danger, el documental de Jim Jarmusch sobre The Stooges, que finalmente no pudimos ver por estar las entradas agotadas, y por “Rude boy” (1980) protagonizado por The Clash.
Se trata de un “semi-documental”, con una parte guionizada y otra de “rockumentary”, con escenas reales de sus conciertos. La historia de ficción tiene como protagonista a un fan del grupo, el completamente perdido Ray Gange, que conoce a los miembros de la banda y les ronda hasta que consigue trabajar como “roadie” en sus giras. Rodada a lo largo de los años 1978 y 1979, con un guion basado en gran parte en la improvisación, The Clash no quedaron precisamente contentos con el resultado. Lo cierto es que visto hoy en día compone un interesante documento sobre aquellos pirados días.
En lo musical “Rude boy” recoge temas de los discos The Clash UK (1977) y Give 'Em Enough Rope (1978). Así se puede escuchar a través de actuaciones en directo, en la sala de ensayo y estudio, canciones tan míticas como “Remote Control”, “White Riot” (mi preferida de la banda), “London's Burning”, “Police & Thieves”, “Rudie Can't Fail”, “Garageland”, “All the Young Punks”, "Safe European Home", “Tommy gun” o la preciosa “Stay Free”, que introduce una intensa conversación sobre el enorme poder evocador de las canciones, en lo que era un tema “demasiado pop para el directo”, como se lamentaba Jones.
La cinta muestra la desafección entre algunos fans de la banda por su postura política combativamente de izquierda, antirracista y antifascista. Así lo expresa el protagonista Ray, al que no le gusta la militancia del grupo, en sus charlas con Strummer y Jones (éste directamente le avisa con un “te estaré vigilando”). Desavenencias ideológicas que surgieron en la propia banda con el primer batería, Terry Chimes, que aparece en el disco como “Tory Crimes”, algo así como “delitos de conservador”, como respuesta a sus tendencias. Sería sustituido por Topper Headon, aunque la adicción a la heroína de éste llevó a Terry a regresar a The Clash en varias ocasiones.
Gran parte del interés del documental reside el retrato que se hace de unos años especialmente convulsos en el país, una época que a mí me fascina, caracterizados por la recesión y el alto desempleo. Comienza con las imágenes del encontronazo entre miembros del National Front y una manifestación antirracista, vigilado por unos “bobbies” cándidamente desprotegidos (nada que ver con los antidisturbios de hoy en día). Londres (que se encontraba burning) aparece especialmente feo y desencantado, a punto de ser tomado por las hordas punk. En el documental aparece la actuación de The Clash en el recordado festival “Rock against racism” en Victoria Park, organizado por la Liga Anti-Nazi del Socialist Workers Party (de orientación trotskista) contra los grupos de ultraderecha del National Front. Recoge las tensiones raciales y finaliza con el triunfo en las elecciones generales de 1979 de la “musa del punk”, la líder conservadora Margaret Thatcher, que gobernó con mano de hierro (y guante nuclear) el Reino Unido entre los años 1979 y 1990.
Los Clash que aparecen en Rude boy son los de la primigenia furia punk, justo antes del salto que les llevó a un estrellato sideral, los pre-CBS; son los Clash anteriores a un sonido más cuidado y con influencias ska, reggae o rockabilly; los que estaban sin pasta, los que entraban y salían de los juzgados por múltiples encontronazos con la justicia; los de los pelos largos de Mike Jones y el diente podrido de Strummer; los de salas de conciertos pequeñas, hoteles costrosos y las primeras giras por Reino Unido.   
Descubrí a la banda tarde, de la mano de mi hermano y maestro de Clash, el zaragozano Noé Felipe, que me guió en los primeros pasos para escucharles y saber sobre ellos. El compromiso político de la banda, su actitud, su extraordinario gusto en el vestir y el amor de Strummer por nuestra adorada Granada, con sus locas anécdotas tan bien contadas por el desaparecido Jesús Arias y su relación con los 091, aumentaron nuestro amor y admiración por The Clash, “The only band that matter”.

Omega. Veinte años del épico viaje de Morente y Lagartija Nick (documental)

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En la cartelera de los cines Golem de Madrid
Una vez vi en directo a Enrique Morente. Fue en Guadalajara, un helado 24 de febrero de 2005, en el IV Festival Musical a favor del Pueblo Saharaui, cuya recaudación iba destinada íntegramente a la ayuda de los refugiados saharauis, en la línea de generosidad y solidaridad que siempre caracterizó al cantaor. Arte y trabajo casan mal, y apenas tengo recuerdos de la actuación, preocupada por cómo llegar a casa y que no se nos hiciera demasiado tarde para el madrugón del día siguiente. Yo entonces no sabía demasiado de Morente y sí mucho de Mariem Hassan, que fue quien compartió cartel con el cantaor granadino. Años después, cuando ya ni Enrique ni Mariem están entre nosotros (sí en recuerdo y espíritu), Manuel Domínguez de Nubenegra me lo recordaba así: “Yo estaba en el backstage y le comenté a Enrique el asunto del cáncer de Mariem. Su respuesta fue: Avísame antes de que empiece su última canción y que aguante un momento. Y así lo hice. Él entró con los palmeros y le cantó. Fue maravilloso pero no lo pude recoger de ninguna manera. Me limité a disfrutar del momento”. Unas fotos nuestras de mala calidad son el único testimonio que guardamos de aquel concierto.
Este recuerdo, más mítico que musical, tiene un lugar destacado en mi memoria porque con los años Morente y Granada se han convertido en un asunto muy presente en mi vida. Poco entendida del flamenco, sí he escuchado desde muy joven a aquellos a los que se denominó “nuevos flamencos”. Por eso mi Morente más accesible es el de “Omega”, disco que lo tiene todo, además de flamenco, punk rock, Granada, un cierto malditismo, caos y un empeño y decisión que lo convirtió en un viaje lleno de épica y mitología.
Cuando se cumplen veinte años de la publicación del Omega se preparan diferentes trabajos que recuerdan y homenajean un disco con canciones de Leonard Cohen y letras de Federico García Lorca. Además de una nueva edición de Universal Music en diferentes formatos, cd+dvd, en vinilo y digitales, el viernes 18 de noviembre se estrenaba el documental que narra aquel choque de trenes cuando Morente aceptó probar a ver qué salía de la colaboración con aquellos muchachos punkies que le rondaban. El magnífico documental, dirigido por José Sánchez Montes y Gervasio Iglesias, cuenta con un extenso material de archivo sonoro y audiovisual y numerosos temas y documentos inéditos. Es de obligada visualización por muchos motivos. Con una cuidada estética, el documental está engarzado a través de los diarios de grabación de Antonio Arias y las fotos de aquellos días. Los directores saben lo que hacen. Sánchez Montes ha dirigido entre otros el documental “Enrique Morente sueña la Alhambra”, Iglesias es productor de la aclamada “Triana pura y dura”
Morente se enamoró del rock “Yo tenía que haber sido rockero, me he equivocao, pero en aquel tiempo se hacía lo que se podía” y se sumergió por completo en aquella música, se enamoró de las botas de punta, las pulseras de pinchos, los pantalones de cuero y las gafas de sol molonas. Los Lagartija Nick entraron en el flamenco de la mano de un grande, en un mundo, como dice Antonio Arias en el documental “cuya puerta sólo se abre desde dentro”. Los flamencos que colaboraron alucinaban con la última ocurrencia del maestro. “¿Lagartija Nick, quiénes son esos?”, se preguntaba Tomatito; “¿Pero qué está haciendo este tío?, afirma Montoyita que pensó cuando los vio juntos por primera vez. En el Omega hubo más flamencos, guitarristas de la talla de Miguel Angel Cortés, Vicente Amigo, El Paquete o Isidro Muñoz. “Aquel sonido tan rompedor nos superó a todos”.
Una fascinación entre artistas de mundos tan aparentemente alejados que no estuvo exenta de problemas, resquemores, suspicacias, temores y obstáculos. Morente tuvo serias dudas sobre lo que estaban haciendo, sobre si aquella criatura enorme y fabulosa le acabaría devorando. Los primeros tiempos de grabación transcurrieron felices en Granada, con la presencia amorosa y benéfica de la familia Morente, con unas fascinadas Aurora y Estrella animando al cantaor. Tras los momentos vividos de descubrimiento y creación sin prejuicios vinieron los primeros golpes. Como cuenta Antonio Arias en el documental hubo en Madrid quienes sembraron la inquina en el cantaor, “te han engañado Enrique, le dijeron, cosa que era la frase que más le dolía”. Recuerda la angustia que sintió Morente, “Antonio, ¿por qué quieres destrozar mi carrera?”, le llegó a decir. Tampoco el Omega fue un dulce para Lagartija Nick. “Si se aprende con alguien, se aprende con los maestros y si tienes un maestro que te quiere enseñar, como era Enrique, tienes que abandonarlo todo”, afirma Antonio. Se acabó su relación con Sony Music. Eric, el batería, abandonó el grupo, harto entre otras cosas de que Antonio lo hubiera descuidado, de hecho no llegó a tocar en los primeros conciertos del Omega. Incluso a eso tuvieron que sobreponerse, ¿fue o no fue una empresa titánica?
Complicado fue también encontrar compañía que sacara el disco. Finalmente lo lograron gracias a Borja Casani y Sabine Ecomard, de la revista El Europeo, editores de una colección de libro-discos muy conocida en los 90. Consiguieron un mecenas, el constructor Antonio Idzikowski, que financió un disco que rechazaron varias discográficas. También hubo su polémica con Alberto Manzano, el traductor de las letras de Leonard Cohen, Enrique las cantaba a su manera, cambiaba las letras a su sentir.
Morente quería y temía presentar su obra. En 1996 llegó la famosa actuación del Albéniz. Tras un recital flamenco “clásico”, se bajó un telón y aparecieron los Lagartija Nick con Eric golpeando la batería, sonaban los primeros compases de Omega. Y se lio la de Dios. “Sinvergüenzas. Esto es basura. Canta flamenco. Eso es ruido”. Querían matarlos. Tardaron horas en poder salir de los camerinos. Nacía un hijo bello y complejo, condenado al bullying, “a veinte años de hastío por intentar cambiar el sistema desde dentro”, pero lograron desquitarse. Conquistar Granada, conquistar Madrid, y aterrizar en Nueva York, siguiendo los pasos del poeta. Aunque tuvieron que pasar varios años para lograrlo, al menos Morente pudo disfrutar el éxito de Omega estando vivo. Llegaron los festivales, el público rockero acogió a Morente con los brazos abiertos, y él se dejó querer. Porque necesitaba encantarse para encantar a los demás. Y tuvo el reconocimiento del público del rock, que enloqueció con aquello, por fin ya sólo le quedó disfrutarlo. El Festival de Benicassim, el Primavera Sound, la Riviera, su actuación en Valencia con Sonic Youth, México. Morente “y sus modernuras”, le decía Aurora. El más punk de los cantaores, rebelde, inquieto y complejísimo.
Granada es otra protagonista del documental. Deslumbrantes son las imágenes de Morente y Cohen en el mirador de San Nicolás o de la majestuosa Alhambra visible desde la casa del cantaor; recuerdos de la Granada de los 90, los bares por donde transitaban los Lagartija y los modernos de la época, las tabernas por donde el grupo rondaba a Enrique en un incansable “morenting” porque “querían hacer algo” junto a él. O un paseo con Eric entre graffitis apocalípticos del Niño de las Pinturas por la cuesta de Escoriaza, al lado de la Placeta de Joe Strummer. También vemos el bar de Eric o Discos Bora-Bora.
Es en definitiva este documental un homenaje a unos grandes que ya no están. Además de a Morente, a Lorca cuya presencia empapa el documental. También al inolvidable Leonard Cohen, fallecido el pasado 7 de noviembre. Y por supuesto a Jesús Arias, ideólogo del álbum, un ser excepcional, el primer punk de Granada, líder de los míticos TNT, periodista y colega de Joe Strummer, narrador en estado de gracia de las alucinadas anécdotas protagonizadas en la ciudad por el líder de The Clash. Poco se ha reconocido a Jesús su incansable trabajo a lo largo de cuatro décadas.
90 minutos que son pura gloria. Y que las iguanas vivas sigan mordiendo a los hombres que no sueñan.

Festival con Mariem Hassan y su grupo

La literatura saharaui participa en #100lecturasafricanas

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La literatura saharaui, cada vez más presente en los foros de literatura africana, ha sido invitada a participar en la iniciativa #100lecturasafricanas, que trata de visibilizar libros y escritores africanos. La campaña, que comenzó en las redes sociales el pasado 2 de noviembre, está inspirada en los #100DaysofAfricanReads lanzados por Ángela Wachuka de la editorial Kwani.
“El funcionamiento de #100lecturasafricanas es sencillo: cada día una persona o colectivo, que se ha unido previamente a la campaña, lanzará un único tuit recomendando un libro que ha elegido. Así durante los 100 días que durará la campaña, hasta conseguir 100 recomendaciones diferentes de 100 libros de todos los tipos de géneros, la mayoría en castellano, pero también en otros idiomas, de autores africanos de todo el continente y de la diáspora”, afirma Sonia Fernández Quincoces, impulsora en España de la iniciativa.
Por parte del Sahara Occidental estarán presentes dos autores, Limam Boicha y Bahia Mahmud Awah, miembros de la Generación de la Amistad saharaui, colectivo literario fundado en julio de 2005 en Madrid.
“Ritos de jaima” de Limam Boicha (Sahara Occidental, 1972) será la recomendación de Dibujando África. Se trata de un libro que mezcla poesía y prosa poética para recrear diversos ritos de la tradición saharaui. Calificado por el escritor Javier Reverte de “antropoesía” o poesía antropológica, fue publicado en 2015 por la Asociación Bubisher, red de bibliotecas y bibliobuses dirigidos a la población de los campamentos de refugiados saharauis. Bubisher también surgió como refuerzo de la enseñanza del español entre la población refugiada.
La jaima, elemento vertebrador del libro y de la vida de los saharauis, “es la palabra más sustanciosa en el kitab, libro oral saharaui. Una palabra que no solamente se refiere a la tienda de campaña, el habitáculo tradicional de los nómadas hecho de pelo de cabra o dromedario. No sólo es la casa donde vive, come, duerme, reza y se reúne la familia saharaui. Es mucho más que eso”, afirma Limam Boicha. En “Ritos de jaima” convive el espacio del exilio en el que los saharauis se ven confinados actualmente, el desierto de la hamada argelina, con ritos ancestrales del pueblo saharaui como el té, la especial nomenclatura de los años, el saludo, el nacimiento y la muerte, la boda o la despedida. La vida en el desierto y la tradición oral, el mayor tesoro que poseen los saharauis, son reflejados a través de “versos de la madera” que contienen la verdadera esencia de este pueblo nómada, al que se conoce como “hijos de la nube”.
“Tiris, rutas literarias” de Bahia Mahmud Awah (Sahara Occidental, 1960) es la recomendación de mi blog, Haz lo que debas. Publicado en 2016 por la editorial Última Línea, esta densa obra recoge un viaje a Tiris, región sur del Sahara Occidental y patria una parte importante de la poesía saharaui. Bahia realiza una ruta literaria recogiendo versos, el pensamiento de eruditos y sabios saharauis y pasajes de la historia del Sahara Occidental, desde la visión de los protagonistas, los que fueron colonizados. El viaje que recoge el libro es uno de los que se hicieron para la grabación de la película “Legna, habla el verso saharaui”, ganadora del Festival Internacional de Cine del Sahara 2014, para filmar los paisajes que aparecen en la película acompañando textos de los y las poetas nacionales saharauis.
Calificado de “road movie necesaria” por el antropólogo Juan Ignacio Robles, uno de los protagonistas del libro, en “Tiris, rutas literarias” destaca la hibridación entre las miradas de los poetas saharauis y la de los académicos españoles, junto con la conexión entre las dos lenguas del autor, hasania y español. Se considera una obra de madurez para Bahia Awah como escritor y como intelectual y es el resultado de su experiencia formativa en antropología social, compartida con los académicos de la Universidad Autónoma de Madrid que aparecen en el libro acompañando al autor durante el viaje. “Tiris, rutas literarias” es reflejo de los estudios e investigaciones de Bahia sobre los saharauis, sobre una realidad muchas veces omitida o tergiversada por los colonizadores y muchas otras desconocida incluso por las jóvenes generaciones de saharauis, que sufren un grave desarraigo cultural debido a las difíciles condiciones que imponen la ocupación y el exilio.
La iniciativa de #100lecturasafricanas ha partido desde el blog LitERaFRicA de Sonia Fernández Quincoces, con la colaboración de Chema Caballero y Ángeles Jurado (de África no es un país), Alejandro de los Santos (de Afribuku) y Carlos Bajo (de Wiriko), además de los 100 colectivos y personas que participan en ella recomendando un libro diario. Entre los autores propuestos aparecen nombres como los de Cheik Anta Diop, Chimamanda Adichie, Donato Ndongo, Juan Tomás Ávila Laurel, Tomás Sankara, Nelson Mandela, Ngugi Wa Thiongo, Chinua Achebe o Nadine Gordimer, entre otros.
Os animamos a participar todos los días en #100lecturasafricanas compartiendo las entradas, y al mismo tiempo buscando información sobre los autores, sus obras y por supuesto leyendo los libros recomendados hasta completar esta enorme biblioteca virtual africana.

“La gran ola” de Daniel Ruiz García, coaching para maquillar la crisis

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No hay mejor motivación para un trabajador que el respeto y un sueldo digno. Esta sentencia, una pura obviedad que nos puede parecer razonable a cualquiera, parece que no lo es tanto para la mayoría de empresarios españoles. No voy a utilizar este escrito para despotricar contra el grueso de la clase empresarial española aunque lo merezcan. No hay más que leer declaraciones, ver noticias laborales o simplemente ser un trabajador en España para entender de lo que hablamos. El capitalismo neoliberal, causante de múltiples horrores laborales, es experto en aplicar con el mayor cinismo las capas de maquillaje necesarias para disimular atropellos y venderlos como logros o hallazgos. Es el caso del coaching, “chamanismo con corbata legitimada”, una supuesta panacea para ser exprimidos laboralmente con la mayor de las sonrisas. En el modelo empresarial actual el marketing gana puestos incluso por encima de la producción. Y el coaching, una herramienta del marketing actual, es el tema sobre el que gira la novedosa y original “La gran ola”, de Daniel Ruiz García, ganadora del Premio Tusquets de Novela 2016.
La novela española contemporánea suele estar poco apegada a lo social y al trabajo, a pesar de tener en el mundo laboral un impagable muestrario de temas, situaciones y personajes. Daniel Ruiz García sí ha sabido aprovecharlo, y de qué manera. En conversación con la escritora Almudena Grandes durante la presentación de la novela en Madrid, Daniel reconoció que no le fastidia la etiqueta de “social”, ya que reproduce fielmente el espíritu de lo que escribe, “La novela social merece el tiempo actual”, afirmó. El libro refleja las nuevas prácticas del coaching y la aplicación de estos conocimientos en “pensamiento positivo” para aumentar en definitiva la cuenta de resultados de las empresas.
El título, “La gran ola”, remite al lenguaje de los surfistas, es la que esperan para montarse en ella y “conseguir el triunfo de cabalgar encima”, como destacaba Almudena Grandes. Al mismo tiempo se refiere al éxito empresarial, a conseguir mucho dinero, mujeres, coches, casas, todo lo que se identifica con esa ambición desmedida a la que aspiran tantos. El libro es un “continuo cruce de subidas y bajadas a medida que los personajes tienen éxito o encadenan fracasos”, en palabras de la novelista. Novela en definitiva sobre la crisis, en parte prefabricada y considerada cínicamente por la economía neoliberal como “una oportunidad”, término que repiten hasta la nausea. Frente a esto la verdad es que crisis supone “denigración, ir a peor”, si acaso ha sido una oportunidad para tipos como esos coach, “ventrílocuos del oportunismo”, con la complacencia o el silencio de una clase trabajadora lobotomizada, que es la que verdaderamente sufre las consecuencias de la crisis.
La novela, definida como “oscura”, refleja de manera fiel lo que sucede en muchas empresas en la actualidad. Es una novela realista, no es complaciente ni halagadora pero tampoco cae en la truculencia, a pesar de relatar historias turbias e incluso trágicas. Como afirma el autor “no se puede tratar de otro modo, aunque hay toques de humor e incluso de cinismo”. “La gran ola” transcurre en una empresa de productos de limpieza, Monsalve, que cumple muchos de los tópicos de las empresas españolas actuales. Lo que décadas atrás fue una droguería y el hijo del dueño convirtió en una fábrica en expansión, ha sido reconvertida en una empresa “glocal” (local con aspiración global, uno de tantos términos que impone el lenguaje empresarial del siglo XXI), por el nieto poseedor de un carísimo MBA (Master in Business Administration). La historia comienza en un momento especialmente delicado, la convención anual de la empresa, donde se deben presentar cuentas y resultados.
Es “La gran ola” una novela coral, con varias tramas, diferentes personajes y diversos puntos de vista. Uno de sus grandes logros es el certero retrato que se hace de sus protagonistas, a quienes el autor no juzga, se limita a retratarlos. Según Almudena Grandes la novela es “un espejo colocado delante de los personajes”. El empleado debe ser complaciente y en definitiva decir a todo que sí, Ya no te clavan el cuchillo, ahora te enseñan a clavártelo tú mismo en el vientre. La forma en que está planteado el trabajo en la empresa acaba desquiciando a los empleados. Todos ellos sufren de estrés, agotamiento y de una invasión de lo laboral en la vida personal. Así sucede con Gertru, una publicista que abandonó sus sueños por asegurarse un puesto estable, con un sueldo miserable para los horarios interminables y a carga de trabajo que sufre; sin pareja, con desórdenes alimenticios, permanece en la sombra mientras se apunta tantos su responsable directa; es uno de los personajes descreídos, en su interior late una violencia soterrada y se divierte a su manera con las situaciones de la empresa, aunque para disfrutarlas deba “tener abierto el tapón del cinismo”. El otro gran descreído en la novela es Ribera, sin formación llega a vendedor estrella de una inmobiliaria para caer a lo más bajo durante la crisis del ladrillo y vuelve a tener una oportunidad de subirse a “la gran ola” al entrar en Monsalve; se considera como un emprendedor pero en realidad es un hombre hecho a sí mismo sin mucho bagaje, un buscavidas con afán de medrar. Un presunto triunfador es Julián, el responsable de una de las líneas de negocio, al que el trabajo afecta negativamente en su vida familiar, en las relaciones con su mujer y su hijo. Macipe es otro de los protagonistas, comercial puro y muy buen vendedor es desastroso en la gestión; en su vida personal es como un niño bravucón y mentiroso, su cuñada le considera “un machista, un becerro y un yonqui” y él ve en su novia a una madre que le cuida. O Marta, la jefa de Gertru, una enchufada, familiar de los propietarios, déspota, engreída e incapaz de reconocer el talento ajeno, holgazana, experta en delegar cualquier responsabilidad, incompetente, con nula capacidad de gestión y un claro desequilibrio emocional.
Pero el gran personaje es Lorenzo Estabile, el coach, un vendedor de humo, un ser oscuro y turbio, que habla de liderazgo, creatividad, esfuerzo, dinamismo, valor humano, innovación y excelencia, aunque en realidad lo que promueva es la competitividad y el miedo entre los trabajadores. Con un mensaje simple hasta el sonrojo, en realidad ha conseguido ocupar un puesto destacado en el olimpo de la dirección de la empresa, la “zona noble”, y cobrar cifras de escándalo.  Daniel afirmó durante la presentación que se ha topado con diferentes coach y su impresión fue “de indignación, de estar ante una tomadura de pelo”, lo que le ha “afilado el colmillo de escritor para transformar este fenómeno en ficción”. También confesó haber dado un extenso repaso a la literatura de coaching, motivación y autoayuda. “El 90% es abochornante, sin calidad alguna, causan sonrojo”.  Como ha afirmado en alguna entrevista, se trata de literatura con “cuerpo de letra tamaño 16”. Para el autor el coaching se ha convertido en “un recurso de legitimación de malas prácticas empresariales bajo un halo de buenrollismo”, pero que esconde en realidad “un mensaje depredador, ya que se les contrata para que la empresa tenga mayor productividad y rendimiento”.
En “La gran ola” el autor ha conseguido reproducir con solvencia el tono del bipolar lenguaje neoliberal. Se apela a la conciliación, el humanismo y las “buenas prácticas” pero al mismo tiempo se maneja la empresa como un “ejército”. Lleno de mandos intermedios, los directores son los generales, los empleados son soldados. “El arte de la guerra” de Sun Tzu es el libro que inspira, extrañamente, a esta legión de coach que surgen por todas partes. Cuando las cosas no van del todo bien se cambian las tornas y “el camino hacia su despacho [del jefe] es como el corredor de la muerte”. Los trabajadores son “reos”, los jefes “verdugos”.
“Novela poco confortable”, en palabras del autor, incide en la falta de confort que rodea nuestra vida cotidiana, en la depauperización del trabajo y de las condiciones laborales que venimos sufriendo de unos años a esta parte con la excusa de la crisis. “Hay una precariedad sentimental y vital debido a la precariedad laboral, lo que lleva a tomar caminos incluso aviesos”. La falta de conciencia de clase y de unidad en los trabajadores, ese “perro come perro”, queda muy bien reflejado en el comedor, donde los propios empleados de oficina incluso los jóvenes precarios, levantan muros con los obreros de la fábrica. Sin embargo ellos, con mayor antigüedad, tienen mejores sueldos y condiciones por mantener convenios que les protegen de las sucesivas y brutales reformas laborales.
El final de la novela es abierto e imprevisible, tuve que leerlo dos veces para entender que uno de los personajes se prepara de nuevo para subirse a “la gran ola”. Al contrario que esos coach que siempre buscan la moraleja, Daniel finaliza su novela sin moralizar, sin juzgar, premiar o castigar a sus personajes. Autor muy preferido que nunca nos decepciona y un libro que debería ser lectura obligatoria para cualquier trabajador.

Daniel y Almudena Grandes durante la presentación

Feria del disco y del libro de Radio Vallekas. En nuestra salsa

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El sábado 3 de diciembre tuve la suerte, de la mano de la gran Valeria Surcis, de meterme de nuevo en harina radiofónica en la Feria músico-literaria que tuvo lugar en las instalaciones de Radio Vallekas. Tuve un hueco para llevar ejemplares de mi novela Sin pedir permiso y de la banda sonora del libro, el CD de Cierre x Impago grabado por el músico Migüel Bastante.
En la feria, muy animada, participó mucha gente interesante del mundo de la ilustración, la edición y los fanzines: Otra dimensión, Dinamita diminuta, Paralela cartonera, Polvo eres, fear zine desde Alicante; distribuidoras como Snap, Rumble Records, Chapamundi, Toallita y Latex Records. También se presentó el libro “Cerbantes, su vida en canto”. Además, los protagonistas de los diferentes puestos de la feria desfilaron por los estudios de Radio Vallekas en un especial maratón radiofónico. El evento finalizó por todo lo alto con un concierto de la banda madrileña Sagrada Familia, presentando su primer disco, y Joan Mel pinchando para finalizar la jornada.
Particularmente fue un placer estar de nuevo en Radio Vallekas, respirando esa atmósfera cargada de radio libre y de gente inquieta que hace lo que le gusta por el mero placer de hacerlo. La inspiración y las ideas no surgen en casa, llegan en la calle, del contacto con personas interesantes, que sacan adelante con ahínco sus proyectos. De ese tipo de individuos sólo se nos pueden pegar buenas cosas.
Lo primero que hicimos al llegar fue dar una vuelta por los puestos colocados en la radio, repletos de fanzines, ilustraciones, pegatinas, libros, discos, chapas, marcapáginas… En el cuarto del fondo se encontraba montado ya el equipo de Sagrada Familia, y había bastante gente ya moviéndose por los pasillos, saludándose y entrando y saliendo del estudio de radio. Muy similar a esa energía que se sentía en las fiestas de nuestra Radio Resistencia en los 90. Una vez puestas mis cosillas en una de las mesas habilitadas como puesto, pasamos al estudio, donde Valeria estaba entrevistando a varias chicas fanzineras. Nos quedamos un rato más dentro del estudio escuchando a Alvaro Lorite, a quien conocí en la presentación en Vallecas del libro de Valeria Surcis, “Retazos de memoria”. Las opiniones de Alvaro sobre la cultura, la edición y la literatura que recogí entonces me han resultado inspiradoras para uno de los proyectos en el que estoy metida. Lo digo aquí.
Alvaro presentó Paralelas Cartoneras, que nace como hermana de la editorial Ediciones Paralelo. Definió la relación entre ambos proyectos como “un árbol que va echando raíces”. Ediciones Paralelo es una editorial independiente sin ánimo de lucro en la que entre todos los componentes distribuyen libros “por amor al arte” y buscando hacer frente a la presión y control sobre la creación literaria que ejercen las grandes corporaciones literarias. Paralela cartonera nace con la intención de “llevar literatura de calidad, según nuestro criterio, a precios muy bajos”. En este proyecto cuentan con la colaboración de escritores como la poeta Erika Martínez o Andrés Neuman. “Se trata de que estos autores lleguen a lugares donde no llegan normalmente con sus publicaciones en editoriales”, explicó Alvaro, quien destacó las ventajas de trabajar “a nuestro ritmo y por gusto”, conociendo a mucha gente interesante con estos proyectos. “Entiendo que la literatura debe ser algo más de andar por casa, buscamos hacer germinar esa pequeña semilla en la gente”, concluyó el editor.
Después nos dimos una vuelta para comprar algunas cosas en los puestos, me encantaron los fanzines de Dinamita Diminuta, los marcapáginas de Ana Capicúa (“Leer me hace fuerte”) y el minifanzine de Irene Calvo “Todo esto era campo”, que me trajo preciosos recuerdos de las casas bajas de Palomeras donde vivió mi abuela. Grabadora en mano hicimos sendas entrevistas a las autoras.
Hablamos con Paula Salcés, de Dinamita Diminuta, un fanzine colaborativo que incluye dibujos, fotografías, relatos, comic, collage, con una periodicidad de cada tres o cuatro meses. El fanzine cumple tres años y están preparando el número 10 para diciembre. “Lo hago porque me motiva que la gente tenga ilusión en participar en cosas, que puedan tener visibilidad de alguna forma. Aunque sea un fanzine pequeño, para empezar está bien”, nos explicó Paula, que nos dijo que se da a conocer a través de las redes sociales, como Facebook, y apuntándose a todas las ferias que puede. “Lo recomiendo, es muy enriquecedor, no sólo porque le pones ilusión, te obligas a una fecha de entrega, conoces a mucha gente, salen nuevos proyectos con otras personas”, concluyó.
También preguntamos a la dibujante Irene Calvo, colaboradora de Dinamita Diminuta y autora de sus propios fanzines, como “Las raíces de los cuentos” en el que trata de reflejar la verdadera historia de los cuentos, fanzines pequeñitos a partir de un folio que se corta y se dobla como el mencionado “Todo esto era campo” o una serie sobre mujeres en la historia, como Ada Lovelace, la primera persona en escribir un lenguaje de programación, o Mary Shelley. “Recomiendo la autoedición y la participación en ferias, con lo que me obligo a ponerme fechas para terminar mis trabajos. Me doy a conocer a través de ferias de fanzines, y por las redes sociales como Instagram, es muy importante el boca a boca”, nos contó. Según Irene “hay muchas chicas haciendo cosas”, en especial en la autoedición. A nuestra petición de recomendaciones nos habló de Rébecca Dautremer y Conxita Herrero, “que es muy visceral”.
Al escuchar un estruendo de batería y guitarras a toda tralla nos acercamos a la sala donde había empezado el concierto de Sagrada Familia. La banda de punk madrileña, compuesta por José Luis Salcines en la voz, Jehf guitarra y voz, Carlos a la batería y Arturo al bajo, tienen un primer disco recientemente publicado con el sello Potencial Hardcore. Valeria fue componente de Sagrada Familia en sus inicios y mantiene una relación muy especial con ellos, así que no podían faltar en este sarao para dinamizar Radio Vallekas.
Y como colofón a esta crónica de una estupenda jornada, destacar una curiosa casualidad de esas que no pueden faltar cuando hablamos de radio, de creación y de música. Leyendo sobre Manolo Uvi y Commando 9mm, descubrí a Larsen, una banda punk de inicio de los 90. La historia de Larsen, destroyer y atrayente, me ha hecho buscar y leer en estos últimos meses todo lo que he podido de aquella banda compuesta por un grupo de adolescentes, cuyas grabaciones son hoy en día objeto de culto. Una foto vista ayer en Twitter de José Luis Salcines identificado como Monje de Larsen me encendió la luz. El cantante de Sagrada Familia fue el primer vocalista que tuvo la banda, cuyo “histrionismo en sus actuaciones” le llevó a ser calificado como un “alucinado Jello Biafra peninsular”. No voy a insistir en una relación que el propio cantante califica como “compleja” pero el encuentro con Sagrada Familia ha sido una grata sorpresa.
Y hasta aquí una crónica personal de un animado evento que esperamos que repitan en breve la inquieta Valeria Surcis y toda la banda de Radio Vallekas. Allí estaremos.
Algunos de los tesoros que nos trajimos


Paula Salcés, de Dinamita Diminuta


Sagrada Familia




Los Marañones en Madrid. Preciosas canciones que hacen volar

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Apreciar el paparajote, el zarangollo y el pastelico de carne; seguir con gusto la literatura murciana; saber que no hay más quintos que los de Estrella de Levante. No es suficiente. Disfrutar con la música de los incombustibles Marañones es lo que definitivamente convierte a una forastera en un proyecto de murciana.
Tras años sin pisar Madrid, Los Marañones se acercaban a la capital para presentar su último disco “A contratiempo”. No podíamos dejar pasar la ocasión de ver a un grupo preferido en una sala cómoda, recoleta y céntrica de nuestra ciudad como es El Intruso. Allí nos plantamos el miércoles 7 de diciembre, en medio de una semana de enorme puente para unos y de tres lunes para nosotros.
Descubrí al grupo “santo y seña del rock murciano” en noviembre de 2012, gracias al especial que les dedicó el que entonces era nuestro programa radiofónico de cabecera, Tímpanos y Luciérnagas, con motivo de la publicación del precioso “Historias sin principio ni final”. El programa presentado por Romu López y Alfonso Zaplana contó con los cuatro marañones en el estudio y durante dos horas hablaron sobre lo divino y lo humano, su carrera… y Frank Zappa (Román). En realidad hablaron todos excepto Pedrín, que avisó que él era un tipo de pocas palabras y no dijo más. En la entrevista la banda reconoció haber elegido la música como instrumento de escape y divertimento, para huir “de las penas de la vida real”, decantándose por el buen rollo y por compartir con la gente. Poco después, en mayo de 2013, tuvimos la suerte de verles por primera vez en directo y en su tierra, en un concierto en los Molinos del Río, con una acústica horrible pero en un concierto emocionante.
La historia de Los Marañones, treinta años les contemplan, es la de un grupo “optimista y viajero”, con las cosas claras, sonido completamente reconocible, composiciones magníficas, disfrute asegurado. Un grupo que, por encima de cualquier consideración, altos y bajos, idas y venidas a Madrid, se acabaron decantando por permanecer en su Murcia, seguir siendo amigos y manejar su carrera a su aire. Hay frases que definen a la banda: “Los Marañones, haciendo rock & roll (o como quieras llamarlo) desde 1987”; “Santo y seña del rock de Murcia y todo un ejemplo de honestidad”; “Cuando escuchas una canción de Los Marañones, sea de la época que sea, reconoces ese sonido marañon. Un sonido propio totalmente identificable y de una calidad sublime”; “Siempre han sido un grupo destacable, alejado de los intereses comerciales y de las modas pasajeras”; “Grupo difícil de etiquetar que siempre se ha movido por derroteros muy personales”. Añadiría yo que quizá la influencia más reconocible del grupo son las armonías Beatles que adornan muchas de sus canciones. Si sus primeros discos eran mucho más rockeros y los conciertos, por lo que nos han contado, una auténtica locura, con los años el sonido marañón se ha hecho más melódico, predominando las armonías y las canciones bonitas.
Como los tipos inquietos y “raros” que son, tienen sus proyectos y bandas paralelas, incluso hace unos años se estrenó “Cruzando las galaxias”, un musical para todos los públicos con música de Los Marañones. La formación actual de la banda está compuesta por Miguel Bañón: voces, guitarras, Carlos Campoy: órgano, Román García: bajo y Pedrín Sánchez: batería. En los primeros discos Ricardo Perpén era uno Los Marañones, aunque pronto pasó a ser un miembro “en la sombra” y compositor de varios de sus grandes éxitos. También durante una temporada Joaquín Talismán apareció como “el cuarto marañón”. Tras un tiempo en que fueron trío, a partir de “Extraña familia” (2007) Carlos Campoy, que había colaborado en varios discos, se incorporó como miembro fijo a los teclados. Su relación con Los Enemigos y Hendrik Röver (de los estupendos Los DelTonos), es muy estrecha y perdura a lo largo de los años. Otro elemento destacado del universo marañón son las portadas, que suelen estar diseñadas por Román, apasionado del dibujo y la ilustración, aunque en ocasiones han recurrido a otra manos.
Volviendo al miércoles 7, disfrutamos de un concierto redondo de un grupo de por sí cálido y amigable y con el calor añadido que da la cercanía de las salas pequeñas. Los Marañones saben perfectamente lo que se traen entre manos, con un público compuesto por fans madrileños que no pararon de moverse, corear las canciones y aplaudir a una banda que se hace querer. Nos ofrecieron un gran recital del tirón, sin respiro ni parrafadas entre temas, con varios bises que llegaron tras esperar un ratico a Pedrín, “el músico más querido de la Región de Murcia” que había salido de la sala, imaginamos que para echar un pito. Un concierto ejecutado con naturalidad, sin afectación, con la seguridad de quien no tiene ya nada que demostrar y la tranquilidad de tener una magnífica carrera a sus espaldas, más allá de famas y modas. Por allí andaba todo el tiempo Rafa Silbato, cuidando de que todo estuviera en su sitio, pendiente de los chicos, en el puesto de merchandising, con los cds del grupo y de las bandas paralelas y la camiseta marrón con la tipografía de Tipos raros, que nosotros compramos en su día en el concierto de Murcia.
La larga carrera de Los Marañones está compuesta por decenas de magníficas canciones, algunas de ellas sonaron con la brillantez que caracteriza el directo de la banda en el concierto de El Intruso. Es el caso de El misterio de tu amor, Reír o llorar, A Hawai, Yo no soy supermán, Historias sin principio ni final, El hombre del melón, Para decir adiós, No soy yo, Francesca Salazari, Voy loco mama, Shangri-La, Mi gato se llama Persona, Cruzando las galaxias, Atrapado, entre otras, ofreciendo varias canciones del nuevo disco “A contratiempo”, y haciendo un repaso de temas de sus discos “Historias sin principio ni final”, “Tipos raros” o “Las aventuras de Los Marañones”.
Al hablar de Los Marañones es fácil caer en tópicos, ciertamente ellos no son de innovaciones, experimentos o postureos, su sonido es claramente identificable y en otro país en el que la música y los músicos fueran realmente respetados el grupo murciano debería ser mucho más reconocido. Pero con ellos lo mejor es dejarse de cháchara y disfrutar sus preciosas canciones que hacen volar, ¿acaso no es eso también el rock and roll?



“Animales nocturnos”, de Tom Ford. La venganza de los débiles

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La venganza es un plato que se sirve frío, en especial después de varios whiskys con hielo que jamás sabrán tan amargos. No hay que subestimar la venganza de los débiles. No olvidar jamás las ofensas recibidas. Las oportunidades desaprovechadas no vuelven a presentarse.
La debilidad. La venganza. Pensar que el camino que se ha escogido en la vida no es el correcto. No dejar escapar los sueños ni al verdadero amor.”Cuando quieres a alguien tienes que cuidarlo”. La encrucijada entre la creatividad y la riqueza material. “Todo el mundo escribe sobre sí mismo, para atrapar momentos que no volverán”, afirma Edward
El aclamado modisto Tom Ford (ex Gucci) ofreció una curiosa vuelta de tuerca artística al llevar al cine la novela “Un hombre soltero” de Christopher Isherwood. El resultado fue satisfactorio y siete años después vuelve a adaptar un libro a la gran pantalla, en este caso la novela policiaca metaliteraria “Tres noches” de Austin Wright, editada en España por Destino y posteriormente por Salamandra.
Con los mencionados mimbres: debilidad, venganza, ocasiones desaprovechadas, errores, creación, arte y literatura, Tom Ford consigue una espléndida película de impecable factura. Viniendo de un modisto de su talla era de imaginar que la película tendría una resolución estética impecable y sería visualmente muy potente. Así es. Pero no sólo. “Animales nocturnos” consigue mantener pegado al espectador durante toda la proyección, desde los impactantes títulos de crédito, y ensambla con maestría los tres hilos narrativos del film, con la ayuda del gran trabajo de la montadora Joan Sobel.
Susan es una galerista que pasa por horas bajas. Su vida, a pesar del dinero y el éxito de los que disfruta, no le satisface. “¿Alguna vez has sentido que tu visa se convirtió en algo que jamás esperabas?”. Su día a día, lujoso, perfecto y vacío, se ve sacudido por la llegada de un paquete. Contiene el manuscrito de una novela que ha escrito Edward, su ex marido, con el que no tiene relación desde muchos años atrás. La lectura del manuscrito, “violento y triste” y dedicado a ella, nos sumerge en el otro hilo narrativo de la historia, el viaje a Texas en coche de una familia por una de esas despobladas e interminables carreteras del país y por la noche. El encuentro con unos tipos despreciables tendrá consecuencias dramáticas para la familia. Susan eligió la seguridad material frente a la inestabilidad del arte y la creación. Quince años después de aquella decisión, el manuscrito de Edward viene a resarcirle del dolor que le causó ella. “Le hice algo horrible”, afirma Susan; “Nadie se salva de lo que ella hizo”, sentencia Edward.
Tom Ford entrecruza con talento y eficacia las dos historias y los tres tiempos narrativos. Asistiremos al momento en que Susan y Edward, amigos de infancia, se encuentran en Nueva York y se enamoran. Interesante la forma de diferenciar pasado y presente de la pareja. La Susan del pasado, con el pelo sin planchar, sin apenas maquillaje, con ropa cómoda y gesto animado frente a la Susan del presente, con la melena pelirroja impecablemente planchada, manicura negra y fina alianza de brillantes, sensual vestuario, exquisito maquillaje y mirada triste. La fotografía ayuda a su vez a diferenciar los dos hilos narrativos. Las tonalidades metálicas y los colores fríos de la historia de Susan frente al calor y el exceso de luz de la historia que narra el libro de Edward. El lujo, la seda, las piedras preciosas, los restaurantes caros frente a las rocas, el polvo, la tierra, la comida grasienta, los moteles y el humo interminable del tabaco. 
La película tiene una factura técnica y artística impecable. Fotografía, música, escenografía, vestuario (absolutamente maravillosa la ropa de la diseñadora de vestuario Arianne Phillips), y unas magníficas interpretaciones. Un recital en especial de los tres actores principales. Amy Adams está espléndida como Susan, triste, melancólica, aburrida, anhelante, impoluta, elegante, perfecta, indiscutiblemente bella y vacía. Jake Gyllenhaal es Edward y a la vez presta su imagen a Tony, el protagonista de la novela que Susan va leyendo, un hombre destrozado por el dolor de la pérdida y las acusaciones de debilidad de carácter que le persiguen. El tercero en discordia es Michael Shannon, quien logra una impactante interpretación en un inquietante sheriff aquejado de tabaquismo, del que no fui capaz de fiarme en toda la proyección.
Quiero destacar la banda sonora, compuesta por Abel Korzeniowski, que también compuso la música de la anterior película de Tom Ford. La música de Korzeniowski, en la que predomina la cuerda, conmueve, estremece y crea el perfecto ambiente de intriga, lamento y encrucijada que envuelve la película. “Perfilado con preciosistas matices de deje clásico, su score es de los que dejan poso tanto por su hiperestésica sección de cuerda, como por un teclado abordado con una sensibilidad exquisita. Abel teje un sinfín de capas de tela sonora que seducen, a la par que confunden y perturban al oyente. Un brillante ejemplo de cómo trasladar fielmente al plano sonoro la ensortijada esencia de un guion puramente noir” (Pablo Porcar, Binaural).
Se agradece en definitiva este cine arriesgado, de impecable factura técnica, con guión complejo, que hace pensar y plantearse dilemas, con actuaciones magníficas. Un aplauso a Tom Ford como cineasta. Impecable. De momento Animales Nocturnos ha ganado el Premio del Jurado en el pasado Festival de Venecia y parece que será una de las más firmes candidatas a los Oscar.




Presentación de la carpeta “Trío en Super 8” con grabados de Alberto Pina y texto de Andrés Barba. Editorial El cañón de Garibaldi

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En la tarde del viernes 16 de diciembre desvelamos por fin de qué trataba la sugerente invitación que habíamos recibido a través de una red social. Nos convocaban en una dirección del centro de Madrid para la presentación de la carpeta “Trío en Super 8” con grabados de Alberto Pina y texto de Andrés Barba, que además se supone la publicación inaugural de la editorial El cañón de Garibaldi, creada por ambos y con logotipo de Carmen Cáceres.
En realidad este “Trío en Super 8” es el segundo proyecto de la editorial, cuyo nombre remite a la Academia de España en Roma, lugar donde los editores se conocieron. Como explicó Alberto, en la colina de Roma, desde donde tomó la ciudad, hay un monumento en honor de Garibaldi. Cada día se escuchaba a las 12 un cañonazo “que siempre nos asustaba”. El proyecto editorial quiere recuperar aquellos años en Roma, “un lugar donde no paramos de divertirnos, un patio de juegos, de diversión total”, afirman. La idea, dicen, es “recuperar aquel espíritu”, la editorial es una excusa para seguir haciendo cosas juntos, “cosas diferentes, que nos entretengan” Ambos quieren mantener viva la creación artística, fuera de lo más normalizado.
“Trío en Súper 8” está compuesto por una pequeña carpeta con un texto de Andrés Barba y los grabados de Alberto Pina, con colores basados en la tonalidad extraña de los colores de las películas y fotos de aquellos años. Explican que el contenido de la carpeta está inspirado en las imágenes de las películas familiares de Súper 8 de los años 70, “películas que nuestros padres grababan, que se quedaban por ahí muchas veces sin haber llegado a verlas y que ahora, muchos años después, hemos digitalizado y hemos podido visionar por primera vez”.
Andrés Barba se ha encargado del texto. “Todas las familias de Súper 8 se parecen”, comparten un “imaginario común que acaban teniendo las fotos y películas de familia”. En este caso el texto surge de una película de infancia de Andrés, en la que aparecen sus padres muy jóvenes y él de bebé. Se vio además inspirado por “Niebla” de Unamuno, donde una pareja espera un hijo, el “intruso”. Ya nunca más serán dos, con la llegada del hijo serán tres para siempre. Andrés explicó que al mismo tiempo el texto está basado en los recuerdos que tenía de esas imágenes.
El anterior proyecto de la editorial, que también combinó literatura y arte, fue “Crónica familiar” a partir de un poema de Andrés Barba, dedicado a la muerte de su padre, con un grabado de Alberto Pina.
Durante la presentación se sirvió un Spritz al Aperol “en honor a la sangre derramada por todos los italianos caídos junto al gran Garibaldi”. Gracias a Alberto y Silvia, siempre.
Andrés Barba y Alberto Pina

Día 46 #100lecturasafricanas “Tiris, rutas literarias” de Bahia Mahmud Awah. Los saharauis autores de su historia

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La andadura del libro de Bahia Awah “Tiris, rutas literarias” arrancaba en octubre de 2011 durante un viaje a la región sur del Sahara Occidental, Tiris, una tierra llena de poesía, eruditos, mitos y leyendas. El escritor saharaui realizaba el viaje junto con profesores de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid y miembros de Antropología en Acción para el rodaje de lo que sería la película “Legna, habla el verso saharaui”, un recorrido por la historia y la geografía del Sahara Occidental a través de su poesía. De las vivencias, anotaciones y entrevistas realizadas por Bahia y de las emociones y sensaciones vividas en territorio saharaui liberado nacería cinco años después este libro. “Tiris, rutas literarias” es una mezcla de libro de viajes, antropología, literatura, mitos y leyendas, historia y geografía; una guía que refleja siglos de resistencia de un pueblo, el saharaui, con una idiosincrasia forjada a partir de inclemencias, invasiones, colonizaciones y resistencia. En “Tiris, rutas literarias” el autor hace un periplo por la geografía, la historia y la literatura saharaui a través de sus montes, sus ríos, sus cuevas, las tumbas de guerreros y poetas, recorriendo el pasado saharaui y el pasado colonial, hilvanado con historias actuales y vertebrado a través del viaje.
Tiris es una región de referencia para los saharauis debido a su geografía, sus mitos y leyendas y a sus eruditos, poetas y guerreros anticoloniales, personajes referentes que fueron construyendo la historia saharaui mucho antes de que se estableciera la metrópoli en el territorio. En el libro Bahia halla referencias a la patria saharaui registrada en el verso desde siglos atrás, refiriéndose al primer poeta que se pronunció sobre la existencia de una identidad saharaui, Omar Uld Emreizig. Porque este libro supone el punto de partida de la andadura iniciada por el escritor saharaui en la investigación de la historia del Sahara Occidental pre y post colonial, como aporte a su sociedad. “Quiero que nuestra sociedad sepa repasar y refrescar lo que fuimos, un Estado-nación secular”, destaca Bahia.
El libro responde a la preocupación del autor por estudiar la historia saharaui y que sean los saharauis los que ofrezcan su visión sobre su propia historia y su cultura, rompiendo esa negación neocolonialista a que los saharauis tengan su propia voz. Bahia reivindica que sean los saharauis quienes investiguen y cuenten su historia para las generaciones más jóvenes, para los investigadores occidentales, para el propio movimiento solidario. Se ha escrito mucho sobre los saharauis durante el periodo colonial por parte de militares, historiadores, geólogos, antropólogos, sobre todo españoles y franceses. Lo habitual ha sido que la interpretación de la historia saharaui se haya hecho “a la manera occidental”, en ocasiones incluso de manera tendenciosa. En este aspecto, el profesor y antropólogo Juan Carlos Gimeno, compañero de Bahia en el viaje a Tiris y codirector de la película “Legna, habla el verso saharaui”, considera que este libro ha “invertido el esquema habitual de trabajo antropológico”. En toda la producción colonial de exploración y de investigación “los nativos normalmente no tienen nombre”, son meros informantes. Sin embargo, con “Tiris, rutas literarias” se promueve “la producción de los saharauis, sobre su propio mundo y el mundo que les rodea. Se trata de una contrahistoria del mundo de los saharauis hecha por ellos mismos según sus propios intereses”, en palabras de Gimeno. El profesor califica los libros de Bahia Awah como “orales”, en gran medida “escribe sobre historias que son contadas”.
Juan Ignacio Robles, uno de los profesores que compartió aquel viaje con Bahia y otro codirector de “Legna, habla el verso saharaui”, ha calificado el libro de “road movie necesaria”, ya que se ha escrito alrededor del viaje a través del territorio saharaui. “Tiris, rutas literarias” tiene una vinculación cultural muy fuerte con el territorio recorrido, sólo una parte del territorio secular habitado por los saharauis, no hay que olvidar que el muro de la vergüenza levantado por Marruecos tras la invasión del territorio divide en dos el Sahara Occidental. En la situación actual de exilio y ocupación los saharauis no pueden habitar libremente su país, lo que está afectando a su cultura e incluso a su lengua. “A los saharauis se les ha sacado del territorio pero también se ha sacado el territorio de ellos”, reflexiona el profesor Gimeno en este sentido.
“Tiris, rutas literarias” es además un libro “puente” entre los diferentes “mundos” saharauis, el hispanoparlante y el hasanoparlante, el del exilio, la ocupación y la diáspora. Bahia realiza un trabajo de mediador entre los saharauis y el mundo “occidental”. El profesor Gimeno destaca que el libro permite el descubrimiento del mundo saharaui y la comprensión de su territorio para verlo “desde la mirada saharaui y desde la nuestra”. Este ejercicio de hibridación recogido en el libro “busca a través de la emoción mirar el territorio, mezclando dos mundos, el hasanoparlante y el de los europeos”. El propio autor califica el libro de “semibilingüe”; es un libro que ha escrito pensando en saharauis y no saharauis, lectores, investigadores, periodistas, historiadores y antropólogos. El corpus del libro está escrito en español, y la poesía que se ha recogido en hasania está además traducida o recreada al español.
Bahia Mahmud Awah, escritor y antropólogo saharaui, nació en el Sahara Occidental (entonces provincia española) en 1960. Máster en Antropología de Orientación Pública de la UAM en el marco de colaboración con la Universidad de Tifariti, es profesor honorario de Antropología Social e investigador sobre la cultura oral saharaui en la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM. Es codirector de la película “Legna, habla el verso saharaui”, ganadora del Festival Internacional de Cine del Sahara (FISahara 2014) y autor de varias obras como “Tiris, rutas literarias”, “El sueño de volver”, “La maestra que me enseñó en una tabla de madera”, “Cuentos saharauis de mi abuelo” y “El porvenir del español en el Sahara Occidental”.
La motivación de Bahia Awah para escribir e investigar reside en una preocupación sobre el desarraigo cultural y de identidad de una sociedad, la saharaui, que vive la ocupación y el exilio, inmersa en un proceso de liberación y de constitución en una sociedad moderna y avanzada, sin perder sus rasgos de sociedad nómada y africana. “Nuestra sociedad nos reclama investigar y registrar desde la fuente de los sabios saharauis, porque queremos responder a la bibliografía colonial que tergiversó aspectos de nuestra historia. La metrópoli construyó su historia colonial sobre la nuestra y omitió deliberadamente el registro de nuestros sabios, eruditos y guerreros anticoloniales”, concluye Bahia.

“El metro” de Donato Ndongo. Escribir para contarlo. Club de lectura de Mamah África

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Conocemos al periodista, intelectual y escritor Donato Ndongo desde hace años. De alguna manera nos unió el colonialismo. Su país, Guinea Ecuatorial, y el Sahara Occidental sufrieron la colonización española y padecieron una penosa descolonización, la del Sahara aún inconclusa. La literatura nos llevó a compartir jornadas en Tenerife y Cádiz el pasado 2015 y en ambas ocasiones pudimos comprobar el nivel de análisis y reflexión que alcanza este intelectual africano. Adquirí “El metro”, libro de Donato, durante el “Seminario Exilio e identidad: Reflexiones políticas desde las escrituras hispanoafricanas” en la Universidad de Cádiz, que compartimos con él entre otros ponentes. El libro estaba en nuestra estantería desde entonces, con la clara intención de leerlo sin tardar mucho, ya que intentamos ahondar todo lo posible en la literatura africana, un mundo fascinante al que hemos accedido gracias a la literatura saharaui y en el que queda aún mucho por explorar.
La ocasión de leerlo llegó con el anuncio de que el libro que cerraría este año el club de lectura de la galería Mamah África iba a ser precisamente “El metro”. Así que el sábado 17 de diciembre nos reunimos un nutrido grupo de lectores de Donato para hablar de esta novela, de su obra y de la extensa trayectoria de uno de los escritores guineoecuatorianos más reconocidos. Le acompañaba Sonia Fernández Quincoces, del blog de literatura africana LitERaFRicA e impulsora de la campaña #100lecturasafricanas en la que estamos participando.
Donato explicó en el inicio de su intervención lo que le llevó a escribir “El metro”. El autor parte de una realidad innegable, tras llevar cincuenta y un años viviendo en España ha constatado que a la población africana en nuestro país, incluso a los que tienen nacionalidad, no se les considera españoles. “Yo sigo siendo un inmigrante africano en España, los estereotipos no han cambiado. Un escritor tiene la obligación de escribir sobre eso”. Recordó que la llegada de la inmigración negra a España acabó con la “simpatía”, teñida eso sí de desconocimiento, hacia los africanos. “Los españoles eran igual de racistas que el resto de las sociedades blancas”, afirmó. Donato reconoció que otro motivo para escribir el libro fue que estaba cansado de responder a preguntas como “qué haces aquí” o “por qué has venido”. Preguntas que, según sus palabras “parecen ingenuas pero no lo son”. Donato afirmó que con el libro pretendía dar a conocer por qué los africanos están aquí. “Por eso debía escribir El metro. Un escritor creíble tiene la obligación de reflexionar sobre estas cosas”.
El escritor guineoecuatoriano explicó que en la cultura africana el arte debe ser bello pero también útil, no se entiende la belleza por la belleza. “Como creo que la literatura es arte he procurado hacer mi trabajo lo mejor posible y lo más bellamente posible”. La literatura escrita ha sustituido en África a la literatura oral. Donato se declaró “heredero de los griott”, haciendo un alegato para que los escritores africanos lleven en su literatura aquellos aspectos que les definen. “Sin ellos estaríamos simplemente imitando”, reflexionó. En palabras del autor “Queremos hacer un arte que sea útil, transmitir la frustración y anhelos africanos al resto de las sociedades del mundo. Dar testimonio de nuestro tiempo, dejar huella de nuestro paso por el mundo y llevar a la reflexión”.
En relación al estilo de “El metro” Donato recordó que en una ocasión le dijeron que una parte de la novela “le parecía más un reportaje que literatura”. El escritor matizó que lo hizo a propósito. Se trata de la parte que para él “es el núcleo fundamental de la novela”, unos hechos “no imaginados” que reflejan el momento de la devaluación del franco CFA en 1994, junto con la imposición de los Programas de Ajuste Estructural. “Ambos hechos tuvieron unas consecuencias terribles en los africanos y a partir de ese momento empezó la emigración masiva hacia Europa”, recordó.
Tras la intervención de Donato comenzó el diálogo con los lectores; entre otras opiniones se habló de que la huida de Lambert comienza con la huida de su propio entorno, por un hecho familiar que “trunca su destino”. Este hecho, causado por la tradición, generó un momento de debate sobre las decisiones tomadas por el protagonista, a lo que Donato respondió que había tratado de ser un autor ni maniqueo ni sectario, “sin opinar qué es bueno o qué es malo”.  Precisó que el libro refleja a una persona “normal”, cuya vida es condicionada por las circunstancias y las personas que le rodean. Sobre la dicotomía entre tradición y modernidad, Donato respondió que evidentemente África debe evolucionar, tiene que haber una simbiosis lo más equilibrada posible entre tradición y modernidad pero “debemos conservar nuestra propia personalidad, que es lo que nos identifica”. El autor afirmó no creer en la expresión ciudadano del mundo. “Yo tengo los valores del lugar donde nací y debo conservarlos, adaptados a mi tiempo y circunstancia”.
También se habló sobre el estilo de la novela. Sobre su escritura de párrafos largos y prolijos, que conllevan complejidad, el autor defendió que esa es su forma de escribir. Explicó que el oficio de narrar no surgió “por casualidad” en su caso, “mi abuelo materno era un gran contador de historias y las formas narrativas de la tradición oral se quedaron en mi memoria”. Según Donato escribe “de la cabeza al papel”, aunque luego corrija y elabore sus textos. De ahí sus largos párrafos y la cantidad de personajes que aparecen.
Durante la sesión el idioma español también ocupó un importante espacio. El escritor explicó que no ve la lengua española como una lengua extranjera ni impuesta. “Fui escolarizado en ella en mi país, es tan mía como el fang, no podría escribir mis novelas en mi lengua materna. Añadió que adapta el español a sus propias condiciones culturales. “Como guineano aporto mis guineanismos a la lengua española”. Donato se refirió a la situación lingüística del español en Guinea Ecuatorial, “Uno de los fundamentos de mi discrepancia con el régimen de Obiang es su política de educación y lingüística”. Recordó que en época de Macías se consideró el español como una lengua “imperialista”. “El régimen de Obiang no ha hecho nada por el español”, afirmó el autor, lamentándose de que “el nivel de comprensión en español está bajando en Guinea Ecuatorial”. Recordó que en 1989 Obiang decretó el francés como idioma oficial impuesto y hace un par de años convirtió el portugués en lengua cooficial, otra muestra de la política lingüística errática del régimen.
Su patria, Guinea Ecuatorial, estuvo muy presente durante toda la sesión. “Todos los guineanos quisimos la independencia y la seguiremos defendiendo a pesar de nuestro sufrimiento. Vamos a superar esta etapa y el país seguirá adelante. Hay mucha gente empeñada en silenciarme y no principalmente en Guinea”, denunció. Porque la literatura de Donato es una literatura de compromiso, con su país, con su continente y con la libertad y el bienestar de los pueblos de África, un continente eternamente maltratado por el colonialismo y las tiranías. “Los escritores queremos romper el discurso único con una literatura que sea creíble”, concluyó Donato Ndongo esta interesante sesión del club de lectura de Mamah África, en su constante esfuerzo por apoyar la literatura africana.


Presentación de “Diario de Ithaca” de Miguel Ángel Hernández. El gusto por contar.

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Conocí a Miguel Ángel Hernández gracias a una reseña del escritor murciano Basilio Pujante en su sección de la Tribuna del Noroeste. Basilio reseñó “Intento de escapada”, un libro que resultó ser del @mahn que seguía desde hacía algún tiempo en Twitter. La curiosidad me condujo a buscar y leer una novela en la que se mezclaban de manera fascinante arte y literatura, como por otra parte sucede en la vida del propio autor. Aquella historia de desilusiones me llevó a leer su segunda novela, “El instante de peligro”, que resultó ser finalista del Premio Herralde de Anagrama. Grata sorpresa fue “Presente continuo” publicada en la editorial murciana Balduque. Se trata de un diario muy curioso escrito durante la creación de “El instante de peligro”, que habla sobre literatura, lecturas, el proceso de escribir, el arte, presentaciones literarias, eventos, saraos y ciertos aspectos de la vida cotidiana del autor, consiguiendo un libro realmente delicioso que devoré este verano y con el que me sentí muy identificada como lectora y escritora (Intento de escritora). Me hizo reflexionar pero también reír por ese toque irreverente y exhibicionista, alejado de toda ceremonia, que salpica el libro.
Mientras transcurrían mis lecturas, Miguel Ángel estaba viviendo en Ithaca, Nueva York, realizando un proyecto de investigación en la Universidad de Cornell y gestando la segunda entrega de sus diarios. Y así acudimos a la presentación de este “Diario de Ithaca” en Madrid el pasado 15 de diciembre para descubrir qué tenía que contarnos esta vez Miguel Ángel Hernández.
Intervino Javier Castro Flórez, de Newcastle Ediciones, editorial murciana creada a finales de 2015 (forma parte de La Fundación Newcastle) y que publica crónicas, memorias, libros de viajes, diarios y pequeños ensayos. Se trata de una colección de libros en pequeño formato, “humildes pero que no son superficiales”, en palabras del editor. “En el mundo subterráneo está la diversión”, concluyó en referencia a las “catacumbas” de la librería madrileña Tipos Infames, donde se presentaba el diario.
El escritor Sergio del Molino se declaró “inductor del libro”, ya que él dio la perfecta excusa a Miguel Ángel para que siguiera escribiendo los diarios. Sergio se encontraba inmerso en aquellos días en la segunda temporada de “Preferiría no hacerlo”, programa sobre literatura en la radio autonómica de Aragón, y propuso a Miguel Ángel que grabara semanalmente una suerte de página del diario, pero hablado para ser emitido en el programa. Poco a poco el autor fue adoptando el tono al lenguaje radiofónico, para ofrecer una exposición de “lo peor de sí mismo”: inconveniencias, su tensión con el idioma inglés, sus angustias y desdichas a miles de kilómetros de casa, en medio de un gélido invierno con mucha nieve y con muchos momentos de soledad. Siempre repetía en las crónicas un irónico mantra: “No puedo ser más feliz”, en lo que fue un interesante ejercicio (tal vez experimento) radiofónico y literario.
A continuación tomó la palabra el autor, Miguel Ángel Hernández, quien recordó que los textos están publicados en su blog “pero el editor ha tenido la confianza de editarlo en papel. Se trata de un proyecto suicida, como todos los proyectos editoriales”. La propuesta de Sergio “fue el acicate perfecto para escribir”; Miguel Ángel no pudo negarse, “con que me pinchen me lanzo, no sé decir no”. Confesó que se trataba de un formato rarísimo y difícil para él, aunque le apetecía por la inmediatez del medio. “A mí no me gusta escribir, me gusta contar cosas. No le encuentro sentido a la idea de escribir para mí mismo”.
Ese gusto por contar es lo que le ha llevado a emprender este “proyecto diarístico”, que empezó con su bitácora “No (ha) lugar”, abierta en 2006 cuando aún había pocos blogs y no existían redes sociales, “era como un salto al vacío, no sabía cuánta gente lo podía estar leyendo”. Surgió entonces la propuesta de una columna en el diario La Opinión de Murcia, que le obligaba a racionalizar lo que estaba pasando y se convirtió en una especie de performance, “la vida se convertía en un hecho literario”. La de “Diario de Ithaca” es una literatura “poco elaborada”, aunque sí trabajó la voz y el tono.
Si “Presente continuo” estaba escrito en una sorprendente segunda persona del singular, “Diario de Ithaca” lo está en primera. Este diario tiene una estructura oral, ya que lo escrito iba a ser leído, el texto era un residuo de la voz, por lo que Miguel Ángel debía tener en cuenta al escribir el fraseo y el tiempo. Lamentó que en el libro se haya perdido la voz de las crónicas radiofónicas, “en las que había construido al final un personaje”.
En “Presente continuo” ya había una “pulsión exhibicionista”, que se repite en esta nueva entrega. En realidad este diario es una “muestra de la intimidad construida, una armadura con respecto a lo que yo entiendo realmente como íntimo”. Hay personajes que pidieron que alguna situación no saliera en el diario y otros que “forzaban la pose para salir”. Para el autor “se trata en definitiva de una especie de happening porque la historia del arte tiene mucho que ver en mi literatura”. Acabaremos pensándolo todo literariamente en un bucle sin fin entre vida y diarios. “El diario supone para mí un placer y un divertimento, no me interesa en absoluto la polémica, lo que no me gusta, no lo saco”. Se trata de un diario de experiencias, para entrar “en un extraño mecanismo donde hasta cierto punto incluso se hacen cosas para que salgan en el diario”.
A la pregunta de un alumno que había acudido a la presentación de Madrid sobre hasta dónde quería llegar con los diarios, Miguel Ángel explicó que en clase sí le gusta “generar polémica, crear incertidumbre, hacer pensar”. Reconoció que hay una pulsión narcisista y exhibicionista en el hecho de escribir para que lo lean otros, “pensar que lo que escribes puede interesar a otros es una llamada de atención, un mira lo que hay dentro de mí”. Para el autor es algo totalmente legítimo, aunque el narcisismo esté mal visto. “El que escribe es narcisista y más el que escribe sobre sí mismo, es la exhibición del yo”.  Sin embargo, “el registro de intimidad de cada uno es diferente, vivimos en un momento de exhibición absoluta debido sobre todo a las redes sociales. Hasta lo doméstico se ha abierto”.
Sobre su eterna dicotomía entre el mundo del arte y la literatura, en opinión de Miguel Ángel hay unos intereses “para-artísticos” que van más allá del hecho creativo, para que las obras lleguen al público o al mercado. En ambos mundos hay una perversión del mercado por encima del hecho creativo, pero el camino de la literatura es menos “perverso”. El autor entiende que la literatura tiene lectores y si no hay lectores esa “burbuja” de alguna manera estalla. En literatura alguien compra libros pero en el arte el público no importa, el espectador no es un agente dentro del mundo del arte, mientras que el lector sí tiene algo que decir en la literatura.
Unas crónicas de radio a ritmo de Caléxico transformadas en un coqueto libro maquetado y con portada de nuestra querida Cristina Morano, escritora, diseñadora gráfica y activista.

‘Eight days a week’, revisitando el mito The Beatles

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#EightDaysAWeek amamos a los Beatles
Mi participación en el DISCOS Y OTRAS PASTAS nº 77
Hace poco leí que alguien afirmaba que su hecho histórico preferido fue que los padres de George Harrison le permitieran viajar a Hamburgo a pesar de ser menor. Independientemente de lo que tenga de irónico esta afirmación, es indiscutible que The Beatles tienen un lugar de honor en la historia del siglo XX y que la carrera de la banda comienza en aquel viaje a la ciudad alemana.
El conocido director de Hollywood Ron Howard ha realizado un documental, ‘Eight days a week’, centrado en los conciertos del grupo más grande de la historia, aquellos fab four, los cuatro muchachos de Liverpool que cambiaron el curso de la cultura popular con una breve y meteórica carrera de la que se sabe casi todo. Howard recorre en el documental los conciertos que realizó la banda desde sus inicios en Hamburgo y The Cavern en Liverpool hasta su último concierto en el Candlestick Park de San Francisco en 1966 (en realidad la última vez que los cuatro tocaron en directo juntos fue en la azotea del edificio de Apple Corps). Entre medias unas 1400 actuaciones en cuatro años, conciertos en lugares cada vez mayores, ante audiencias de cientos de miles de personas, tocando en diferentes continentes. Unas actuaciones que empezaron a írseles de las manos. Sorprende el poco personal que llevaba The Beatles en las giras, cada vez más mastodónticas. Increíble que no pasara alguna desgracia, con aquellos miles de enajenados fans contenidos con mucho esfuerzo por policías absolutamente desbordados. La locura. No existía entonces equipo de sonido que pudiera elevar su música para superar el griterío. “El sonido salía por la megafonía del estadio”, cuenta Ringo Starr.
“¿Cultura? Esto no es cultura. ¡Es solo unas buenas risas!”, afirmaba en 1964 Paul McCartney con ingenuidad. ‘Eight days a week’ refleja la evolución de aquellos cuatro amigos gamberros y talentosos, que componían bonitas canciones de amor, adorados por los fans y la prensa. Pero a medida que el grupo fue madurando empezaron las críticas, les llamaron pretenciosos, en EEUU quemaron sus discos por las palabras de Lennon en 1966: “Los Beatles son más populares que Jesucristo”. En diciembre de 1965 The Beatles sacaron ‘Rubber Soul’. La gente no entendía el giro que había dado su música, habían pasado del “quiero agarrarte la mano” a letras complejas y elaboradas. “A mí no me gustó nada. A las dos semanas no podía vivir sin el disco”, afirma Elvis Costello en el documental. “No podemos hacer siempre lo que la gente espera de nosotros”. The Beatles crecían, querían mandar sobre sus grabaciones y sus carreras, experimentar y probar nuevas disciplinas.
Asistimos también a demostraciones sobre su conciencia de clase, eran niños de la posguerra, hijos de la clase trabajadora y nunca renegaron de ello. En sus conciertos en EEUU se negaron a que hubiera segregación racial. “Eran como mis amigos, aunque yo fuera negra. Eran mis amigos, no les veía blancos, no importaba el color”, Whoopi Goldberg, entonces una adolescente, asistió con su madre al mítico concierto del Shea Stadium de Nueva York en agosto de 1965. La música eliminaba las diferencias.
Cerca de 2.000 documentos gráficos, fílmicos y sonoros componen ‘Eight days a week’, que ha sido proyectado de manera simultánea en cines de todo el mundo durante ocho días, antes de ser difundido en otras plataformas audiovisuales.
El documental está lleno de imágenes emocionantes y algunas poco conocidas, como los duros y masculinos rudos hinchas del Liverpool cantando antes de un partido cantando en las gradas She loves you. Sentimiento de orgullo

Menú de Reyes

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La fiesta de Reyes es fecha navideña preferida. Celebramos en casa la comida del día 6, recordando lo que hacía mi abuela todos los años. Es la única celebración que me toca a mí, así que intento hacer algún menú chulito, dentro de mis limitaciones como cocinillas. Este año tenía empeño de aprender a hacer pollo en pepitoria, receta que me encanta, y que como en casa de mi amiga Belén, que la prepara como la hace su madre y lo hacía su abuela. Recomiendan que lo cocinemos dos días antes para que el pollo coja bien todos los sabores.
De primero pusimos los típicos entrantes, canapés, y con una lata de conserva de perdiz escabechada de Lidl (de los productos Deluxe) preparé una ensalada con escarola y alcachofas, simplemente hay que trocear la carne de la perdiz, añadir el resto de ingredientes y prepararle una salsa con aceite, mostaza, un poquito de miel y zumo de limón. Muy rica. También pusimos para picar unos platos de quinoa con champiñones.
Preparé después unas tartaletas de hojaldre rellenas de verduras pochadas y crema de espárragos. Inspirada en unas tartaletas dulces de fruta y chocolate vistas en el blog de Casa Taller Birdie, cogí unas obleas de hojaldre para empanadillas y en lugar de darle esa forma, rellené el centro con las verduras pochadas (cebolla, calabacín, zanahoria, berenjena, boniato) y la salsa de espárragos, levanté los extremos del hojaldre como fui pudiendo, las barnicé con huevo batido y al horno.
De plato principal el delicioso pollo en pepitoria. Era la primera vez que lo hacía y no salió mal. Compré un pollo entero en partido en trozos, como para hacer al ajillo, de esos amarillos, criados con maíz. La receta original es con gallina, pero las gallinas maravillosas que la abuela de Belén compraba en los mercados del centro de Madrid hace décadas ya no existen. Lo ideal sería uno de esos pollos camperos de verdad, bien criaditos en el campo pero… dejemos de soñar, pollo amarillo de la tienda del barrio.
Pues me puse en faena a freír los cachitos de pollo en una sartén, me llevó varias tandas, y según estaban bien doraditos los iba incorporando a la cazuela. Luego freí en ese aceita una cebolla entera bien picadita. La receta lleva jamón en taquitos, pero lo quito para que todos en casa podamos comer el pollo. Una vez frita la cebolla, a la cazuela. En el aceite que queda de freír, yo quité un poco, se añade una cucharadita de harina, se le da una vuelta rápida para que no se queme y a la cazuela también. Es el momento de añadir un vaso y medio de vino blanco de guisar, o dos. Yo rellené el medio vaso con agua, y aún puse un poco más porque eché cucharada  y media de harina y me daba miedo que estuviera demasiado espesa la salsa. Bueno, esto es un poco a ojo.
Lo siguiente es poner la cazuela a hervir y bajar el fuego cuando empieza a cocer para que cueza lento. Le añadimos una pastilla de caldo de carne. En un mortero (yo en mi super picadora de Lidl) hay que machacar un diente de ajo gordo, un manojo de perejil y doce almendras crudas, yo eché algunas más. Echamos la picada cuando el pollo lleve cociendo una media hora o tres cuartos. Ahora mi parte preferida, rallar media nuez moscada, yo lo hice con un cuchillo de sierra y muy bien. El olor, maravilloso.
A partir de la hora de cocción el pollo suele estar hecho, pero depende del pollo, claro... Hay que ir pinchando hasta ver que esté blandita la carne.
El día que se vaya a comer, mejor dos días después de prepararlo (a todo esto guardar en nevera cuando esté frío, eh) se calienta el pollo sin que cueza. En un mortero ponemos una yema de huevo y el zumo de medio limón. Y lo añadimos. Muy importante que no cueza para que la yema cruda no cuaje. Y nada más, a disfrutarlo. Riquísimo.
Para terminar Roscón de Reyes, traído por mis padres, porque yo aún no me atrevo a hacerlo en casa.

Las cinco reencarnaciones de David Bowie

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Bowie, bello y estiloso a rabiar. Coleccionista de personalidades e ideas. Narrador de historias a través de sus personajes. Un recuerdo del artista de la mano del documental ‘David Bowie, cinco años’. La Noche Temática, la 2 
David Bowie - Life On Mars? El cosmos en la parada del autobús
Ziggy Stardust, un hombre contra el mundo, una especie de sacerdote mitológico, andrógino, el coloso que marca la transición de los 60 a los 70.

El 15 de julio de 1973 David Bowie mató al personaje de Ziggy Stardust.

Young Americans, Bowie se reinventa en clave de soul. Aceptando las cosas como son, nunca mirando atrás.

Bowie translúcido, de pelo zanahoria, cuarenta kilos de peso, busca la inspiración en Harlem.

Estábamos volados en aquella época pero eso no implicaba no hacer buenos discos. Station to station

David Bowie  -  Golden Years Tal vez ya era hora de ser uno mismo.

El delgado duque blanco que lanza dardos a sus amantes... En el momento en que sabes que estás en terreno seguro estás MUERTO. David Bowie


Y David Bowie encontró a Eno. LOW
En Berlin me despojé de todo y me preocupé en reconstruirme, libre de las ataduras de la fama. David Bowie.


Somos capaces de superar las mayores adversidades. Y nos besamos. Seremos héroes por un día. Robert Fripp a la guitarra.

David Bowie - Ashes To Ashes. Inquietante y siniestro Mayor Tom.

Soy un artista. Para aclarar algunas confusiones sobre mi identidad. David Bowie.


Ponte los zapatos rojos y ponte a bailar la canción que suena en la radio. Mi canción de Bowie

Podría olvidarme de mi tristeza con mi pequeña chinita. Yo, que he visto derrumbarse a las estrellas.

Ya no tengo más personajes. Sólo ha quedado el vestuario


Busqué la calidez, abandonar el nihilismo. Me sumergí en el éxito comercial porque nunca lo había vivido. Llegó la locura del éxito planetario de 1983.


Y en 2006 Bowie se retiró "harto de la industria". Diez años de inactividad. Regreso en 2013. Disco "Blackstar" en enero de 2016. Fue entonces cuando Bowie se escondió, se apagó dejando al mundo con las ganas…


“Diario de Ithaca” de Miguel Hernández. “Preferiría sí hacerlo”

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Vuelve a ocupar un espacio en este blog una obra del escritor murciano Miguel Ángel Hernández Navarro, en este caso la segunda entrega de su “proyecto diarístico”, Diario de Ithaca, recientemente publicado por Newcastle Ediciones. Si me resultó muy satisfactoria la lectura de las dos novelas de Miguel Ángel (Intento de escapada y El instante de peligro), el pasado verano disfruté en la playa de la lectura de su diario Presente continuo, original, divertido, profundo, entrañable, intelectual y con un punto gamberro. He terminado 2016 finalizando la lectura de la segunda entrega de sus diarios, Diario de Ithaca, que narra la experiencia del autor en el año académico que pasó en la Universidad de Cornell con una beca de investigación sobre el tiempo y el arte contemporáneo, entre septiembre de 2015 a mayo de 2016. En este caso, a diferencia de lo que sucede en Presente continuo, las entradas no van por días, sino que cada capítulo resume una semana en la vida del autor, entrada que era leída por Miguel Ángel semanalmente en el programa de radio de Sergio del Molino “Preferiría no hacerlo”. Una idea loca que sin embargo le encantó llevar a cabo. Porque Miguel Ángel reconoce que tiene un acusado defecto / virtud: no sabe decir no y cuando le proponen algo la respuesta habitual es “preferiría sí hacerlo”.
Se trata de un libro escrito para ser leído en voz alta y esto influye a la hora de escribir. La del diario es una “escritura de la cotidianeidad que funciona como memoria de vida, un archivo narrado de la experiencia”, que resultó agridulce, feliz y dolorosa. Se trata de una “voz de la felicidad paradójica”. En realidad, la experiencia en Cornell parece tener un balance muy positivo por todo lo aprendido y sobre todo por todo lo vivido, a pesar de las múltiples dificultades. El diario, según avanzaban los capítulos, se fue haciendo autorreferencial, dejando guiños para los iniciados, y Miguel Angel se fue convirtiendo en un personaje, siempre burlón. “Se boicotea, se caricaturiza, se recrea en el patetismo de la inconveniencia”. Para ello el autor utiliza un tono tragicómico, “evitando la complacencia, pinchando el globo de Narciso”, evitando caer en los peligros del escritor autobiográfico. “Quienes usan su propia vida como materia literaria son en realidad destructores de sí mismos”, crueldad sólo admisible cuando se usa contra uno mismo. La segunda persona del singular utilizada en Presente continuo se convierte en primera persona del singular en Diario de Ithaca, ese “yo” que el autor considera necesario para acompañar la “etapa de soledad” que vivió en Cornell.
El libro refleja conflicto interior, un estrés del que tiene la culpa en gran medida el idioma inglés. Ese agobio por la dificultad en la comunicación está presente en todas las páginas. “Siento que pierdo pie cuando tengo que comunicarme”. En muchas ocasiones se siente perdido con el inglés. “Extraviado en el lenguaje y sin posibilidad de salir”. Cuando puede volver al español es “un regalo”. “El idioma no es sólo el modo de comunicación, es también mi herramienta de trabajo. No es un medio para un fin, es el fin en sí mismo”. Adentrarse a un idioma diferente “es como tirarse al océano”. Miguel Ángel se considera cobarde en ese aspecto “me gusta bañarme en la orilla, donde no cubre. Es ahí donde sé nadar y hacer las piruetas. En mi piscina del lenguaje”. También sufre por la responsabilidad de estar en Cornell, alimentando la duda interior de si merece realmente la beca.
En ocasiones durante su estancia le puede la pereza, echa de menos su casa, su mundo ya construido. Aunque empieza a habitar el nuevo espacio, no lo controla. En ocasiones no se siente más que una pieza dentro del engranaje. Cuando le puede la presión intenta convencerse de que es una aventura, es un privilegiado y el esfuerzo “merece la pena”. “Estaría más cómodo en casa, pero estos momentos...”, porque “A veces estar aquí es una suerte”. Las sensaciones y vivencias personales son las que hacen que su estancia allí merezca la pena. “Quiero y no quiero estar aquí. Quiero y no quiero volver”. ¿Puede ser ese quererlo todo uno de los rasgos de nuestra generación de nacidos en la década de los 70?
El escenario del diario es Ithaca, ciudad situada a unos 400 km al noroeste del estado de Nueva York, conocida por albergar la sede de la prestigiosa Universidad Cornell, definida por Miguel Ángel con un juego de palabras, “entre ecoológica y hippister”. Sin embargo, aunque el libro es un diario sobre su etapa en Cornell, no da sensación de reposo o inmovilismo, ya que el autor está constantemente yendo y viniendo. Realiza varios viajes a España pero también otros cuantos dentro de EEUU, en varias ocasiones a la gran metrópoli de Nueva York, e incluso a Washington, “Viajar cuando uno ya está fuera es irse más lejos”. “Me he venido aquí para aislarme, pero España me persigue”; “Vine a Ithaca para encontrarla soledad y no he podido escapar de la locura”. De ese maremágnum en el que siempre parece estar envuelto Miguel Ángel también le es necesario escapar, necesita poner cierta distancia como modo de autoprotección. “Demasiado placer también nos desestructura”. Necesita un “fin de fiesta”, para “leer, escribir y reposar”. Es preciso parar para cuidar y preservar los sueños. Tal vez la vida, “más que un presente continuo sea una serie de infinitas paradas y arranques, de saltos incesantes hasta el gran salto final”. En muchos momentos el autor es “espectador e imagen. Sujeto u objeto”. Muchas de las experiencias vividas durante su estancia en EEUU le parecen una película. De nuevo, la imagen. Como la “garden party” a la que les invitan, que le parece “una película de Woody Allen”. La beca de Cornell le ha permitido, en definitiva, “Disfrutar de momentos que jamás habríamos imaginado posibles”.
En este diario Miguel Ángel no sigue la escritura de un libro suyo, como sucedía de manera fascinante en Presente continuo. Su trabajo con la beca y como profesor en Cornell se impone a su faceta literaria. Pero cuando el autor se presenta como escritor, descubre que en EEUU “realmente importa haber escrito un libro. Aquí eso es algo serio”. Aunque en el diario sí aparece la otra cara de la moneda del escritor, el que promociona su obra, Miguel Ángel realiza varias presentaciones de su primera novela Intento de escapada (Escape Attemp en su traducción al inglés) en Nueva York y en Buffalo; o el que recibe premios, ya que durante su estancia en Cornell El instante de peligro fue finalista del Premio Herralde de novela (Anagrama). Al final, vida y novela, en este caso El instante de peligro, se entremezclan: “La vida es una extensión de la novela”. “Inconscientemente busco revivir lo que he escrito. Escribirlo a través de la experiencia”. En definitiva, realidad y ficción son en ocasiones una misma cosa. La novela “es una sombra de la que no puedo escapar”.
En esa eterna dicotomía entre arte y literatura, esta última es la que gana posiciones en la vida de Miguel Ángel. “Me gusta ese instante de contacto entre lector y escritor; me encanta imaginar que esa persona va a transitar por lugares que antes sólo estaban en mi cabeza”. Es una sensación que define como “magia”. Porque el escritor lo es a todas horas y en toda circunstancia: “Soy un vampiro de experiencias, siempre estoy escribiendo, incluso cuando no lo hago”. En el diario deja entrever lo nuevo que va a llegar, una novela que está empezando a escribir sobre un crimen sucedido veinte años atrás. Ya apuntaba algo en Presente continuo. Y otro aspecto de la escritura, la opinión de los críticos, también aparece en este diario; el autor sufre con una mala crítica de Antonio Orejudo en Babelia, que le afecta, en especial porque afirma que trata con ligereza las ideas de Walter Benjamin, uno de sus teóricos del arte de referencia. Porque “Escribir es un ejercicio físico, escribir cuesta, escribir duele” y al mismo tiempo “Escribiendo soy feliz”.
En Diario de Ithaca se repiten, por fortuna, otros aspectos del diario anterior. Como el trabajo a última hora con la presión de no llegar a tiempo. Da igual donde se encuentre “Siempre espero al último minuto. Algún día se me hará demasiado tarde”. O sus bloqueos, que siempre acaban felizmente, “A veces uno se bloquea porque piensa que las cosas son más importantes de lo que realmente son”.
Murcia también aparece en este diario, aunque tiene menos presencia, porque a pesar de vivir en Ithaca, Miguel Ángel regresa varias veces a España, incluido el viaje para la presentación del Premio Herralde. De nuevo la huerta, el Real Murcia, locales preferidos como Luis de Rosario, la entrañable anciana Julia vecina de toda la vida, esa vida cotidiana y tranquila que echa de menos y de la que, al mismo tiempo, siempre parece estar huyendo.
Este diario también tiene su parte social y de actualidad, de escritor que está al tanto de lo que sucede. Como los atentados de París y Bruselas, las elecciones generales en España de diciembre de 2015 o los papeles de Panamá, en los que “sale todo el mundo” y con los que ocurre como con Wikileaks, todo se descubre, todo se sabe, pero no pasa nada. “Algunos desfalcan, estafan y escapan de todo”. Todo huele ya a podrido.
Si Presente continuo era una deliciosa guía de lecturas, en Diario de Ithaca también están presentes diferentes lecturas que acomete Miguel Ángel durante esos meses. Acontecimientode Javier Moreno; El comensal de Gabriela Ybarra; El reino y El adversario de Carrère; Idea de la ceniza, María Virginia Jaua; París- Austerlitz de Chirbes; Familias de cereal de Tomás Sánchez Bellocchio; Consumidos de David Cronenberg; La hora más corta de Francisco Díaz Klaassen; No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles de Patricio Pron. Precisamente Pron, que estaba en la presentación madrileña de este Diario de Ithaca, se corresponde con el escritor que le gustaría ser: intelectual, elegante y preciso. También aparecen dos personajes que saben mucho de literatura, “Olga y Paco Candaya”, editorial que estaba entonces a punto de publicar el libro de su amigo Leo, La edad media. El propio Leo, Leonardo Cano, también aparece a menudo en este Diario de Ithaca. Cuando leí el primer diario no tenía claro si Leo era un personaje inventado. Luego pude concerle en Sevilla, también a sus editores, y comprar su novela, muy notable, que ya comenté en Haz lo que debas.
Una vez más en los diarios de Miguel Ángel hay bebida, mucha. Cerveza, cócteles (Manhattan, Old-Fashioned), micheladas, vino de Murcia, tequila, mojito, mezcal. Resaca es un estado que se repite. Menos alusiones a la comida, que para algo transcurre en EEUU.
Una experiencia americana de balance positivo a pesar de las quejas y penalidades por las que transcurre el diario “He ganado peso y el inglés lo hablo cada vez peor”. Al final de su estancia es consciente de que “En pocos lugares he sentido que el conocimiento importaba con esa pasión”. Y eso es lo que de verdad importa. Esperamos con muchas ganas la nueva entrega de los diarios de MAHN, que en esta ocasión publica semanalmente la revista eñe, “Aquí y ahora (Diario de escritura)”, que también se convertirá en libro y donde regresa a la segunda persona.

“Punk, pero ¿qué punk? (Guía incompleta del punk nacional)” de Tomás González Lezana. El esforzado empeño del Do It Yourself

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“Yo con la música hago mi lucha, como otro tira una piedra en una mani”. Baldin Bada
La historia del underground está protagonizada y escrita por gentes voluntariosas a las que no se les pone nada por delante para llevar a cabo aquello en lo que se empeñan, normalmente empresas extravagantes que no obtienen beneficios de índole crematística. El punk se presta inevitablemente al Hazlo Tú Mismo, a dejar de ser simples espectadores para pasar a productores.
Y un ejemplo de empresa titánica llevada a cabo con cabezonería y rigor underground es el libro “Punk, pero ¿qué punk? (Guía incompleta del punk nacional)”, escrito por Tomás González Lezana y editado por La Fonoteca. El jueves 12 de enero numeroso público abarrotamos la cueva de la Librería Molar para asistir a la presentación de la guía, con muchas ganas de saber lo que se iba a cocer. Tomás empieza la presentación “sobrepasado por la aceptación que está teniendo el libro” y flanqueado por dos protagonistas de la escena punk nacional, Demi de La Stasi y Monje de Larsen y Sagrada Familia. Entre el público se encuentra, como iremos descubriendo, Tomás de Último Gobierno, Dani Mugre, agitadores culturales, periodistas, directores de documental y nosotros en calidad de neófitos curiosos. Merece mención el atuendo de Demi con impecable camisa, corbata y traje de chaqueta… tuneado con cadenas, chapas, imperdibles, papeles y balas.
Punk, música y actitud. Irreverencia, frescura y energía trepidante. Manera de vivir y de luchar. Rabia y nihilismo. Revulsivo. Tomás destaca que el punk se caracteriza “por la trasgresión musical y estética”, “por la consolidación de un canal de protesta y denuncia contra estructuras perpetuadas por tradición y costumbres”; por plantear “interrogantes individuales ante certezas colectivamente aceptadas”. Funciona “a espaldas de una industria y medios que no reconocen como válidos”.
Sobre la guía, el autor explica que el título “Punk, pero ¿qué punk?” tiene que ver con el recopilatorio de DRO y la canción de Mass Volumen (Discos de mierda), una banda de final abrupto. Tomás destaca la portada del siempre magnífico Carlos Azagra, en la que aparecen sus conocidos Pedro Pico y Pico Vena y califica de “lujo” su participación, ya que además le ha permitido usar algunas de sus viñetas para ilustrar el libro. El libro, a pesar de su extensión, es una guía “necesariamente” incompleta, faltan bandas, se ha intentado hacer una selección concreta de un fenómeno caracterizado por la irreverencia y la provocación, que también recaló en España a principios de los 80. El prólogo ha corrido a cargo de los músicos, escritores y periodistas Elena López Aguirre (Potato) y Roberto Moso (Zarama), banda que fuera autora del “primer single de punk en euskera”.
La guía de Tomás comienza repasando la escena punk nacional de los 80, centrada en País Vasco, Barcelona y Madrid y el resto del territorio agrupado en lo que denomina “punk ibérico”, término que provoca división de opiniones e incluso alguna que otra broma (¿ibérico como un embutido? ¿Y Baleares y Canarias?, ¿y Portugal?). Además se incluye un repaso por la escena punk actual. Demi de La Stasi define el punk como “desahogo”. Para él el mejor punk es el inglés, mencionando la “trinidad” The Clash, Sex Pistols y The Damned, cada uno con una forma diferente de entender el punk. Y es que, a pesar de su irreverencia y falta de clichés, el punk no escapa de definiciones, divisiones y categorías. ¿Puede haber algo con lo que disfrute más un buen enamorado de la música? Así se habla de Oi!, punk ramoniano, punk abrasivo, punk oscuro, punk rural, segmentaciones que alargan el debate y las opiniones hasta lo increíble. Durante la charla surgen constantes preguntas “¿Merece la pena hacer un esfuerzo para sacar el punk de las cloacas, de las catacumbas?”, y respuestas “sí, pero al mismo tiempo su presencia en los canales tradicionales puede ser una maniobra para meter al punk en el sistema”.
Monje opina que la situación de Euskadi en los 80 estaba politizada y radicalizada, las motivaciones allí eran diferentes que en Madrid, donde no había ese componente político que se vivía en los conciertos del País Vasco. Tomás recalca que en País Vasco había un hecho diferenciador, con la situación económica y social explosiva derivada del problema de los astilleros y la siderurgia. Aun así el punk encontró muchas dificultades en aquel territorio. Y a pesar de todo ahora el punk “está asimilao”, reflexiona Demi, “se le dedican libros, documentales y conferencias incluso”. Entre los grupos de aquella escena se puede recordar a Cicatriz, Eskorbuto, Kortatu, Vulpes, M.C.D. o La Polla Records. Tomás recuerda el disco del grupo de Evaristo, “¿Dónde se habla aquí?” (1988), que considera como el primer disco nacional de “punk conceptual”, y que introduce personajes femeninos como un grupo de lesbianas, un ama de casa o una prostituta, adaptando además cuentos de William Burroughs en una de las canciones. También se hace mención a la “Euskadi Tropical”, título de la canción de Lendakaris Muertos, que introdujo ska, reggae y folclore vasco, con Potato, Hertzainak, o los hermanos Muguruza, entre otros.
Sobre la escena punk de Barcelona se menciona a La Banda Trapera Del Río. Y vuelve a surgir la controversia, “¿fueron o no fueron punks?” En la mesa la opinión es que no. “Eran protopunk”, fueron “punks en actitud, pero no en cuanto a música”. Otros grupos de Barcelona fueron los pioneros y provocadores Último Resorte (con su legendaria cantante Silvia Resorte), Frenopatic o Kangrena.
En la mesa están de acuerdo con que el punk de Madrid no estuvo muy bien visto en otras latitudes. “Estábamos en el punto de mira de País Vasco y Barcelona y a la sombra de la movida”. En Madrid en los 80 destacaron bandas como Espasmódicos, Larsen o la UVI.
Se recuerdan polémicas como el episodio de una política catalana y su querella criminal contra el grupo punk Islam por cantarle aquello de “Voy a matar a Pilar Rahola con un gato de escayola” casualmente en el momento en que promocionaba su libro 'La república islámica de España'; o el revuelo causado por el “blasfemo” nombre de M.C.D., que causó airadas protestas e indignadas cartas al director o la frase de Silvia Resorte “Mis muñequeras son para pegar y las de Alaska son de adorno”.
Se recuerdan más bandas como TDeK, Piolines, Ulan Bator Trío, Webelos, La Urss, Vigilante Gitano, Obediencia o Sudor. Y más categorías, como las bandas Oi! y la actitud “working class” de origen proletario, con ataques a la clase política y empresarial y una cierta violencia de los “soldados del asfalto”. Se mencionan grupos como Decibelios y su cierta “ambigüedad política”, que a la vez puede entenderse como una “provocación al revés”. O no. O el punk ramoniano representado por los madrileños y reivindicados Nikis, con “letras ingeniosas sobre temas chorras que evitasen la canción de amor”.
Una última discusión cierra la charla, esta vez sobre si el hardcore se puede considerar punk. Para Demi de La Stasi, empeñado en animar al público a intervenir “que esto no parezca la universidad”, no lo es. Tomás de Último Gobierno opina lo contrario desde su asiento en la primera fila “el hardcore es una evolución del punk, con actitud punk, con riffs de guitarra muy acelerados que acaban produciendo ruido”. Y es que la discusión y el intercambio de opiniones sobre cualquier aspecto son interminables, y más con la ayuda de unas (muchas) cervezas.
Tengo que confesar que no soy experta ni mucho menos en punk pero como dice Jordi Valls “Si me interesa alguna cosa nunca me pregunto quién soy” y la labor de La Fonoteca y el libro de Tomás han despertado vivamente mi curiosidad y por descontado mi aplauso. Gran trabajo.
Autor: Tomás González Lezana. Edita La Fonoteca; Maquetación y diseño: Mario Orellana; Corrección: Antonio de la Poza; Imprime: Rotaclick (España); Portada y viñetas interiores: Carlos Azagra; Páginas: 530
Nuestro reportero gráfico preferido de pie haciendo fotos para Haz lo que debas

The Brian Jonestown Massacre, un torrente de música hipnótica

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Mi participación en el DISCOS Y OTRAS PASTAS nº 77 Fotos: EmeMarkt
“Para mí la música de BJM es un magma casi inabarcable de la que extraigo mis piedras preciosas” @ilgatopando 
Comienzo esta rápida crónica de un concierto en el que tenía muchas ganas de estar, con esta frase que me escribía en Twitter un compañero de red social, referida al grupo de nombre casi impronunciable, The Brian Jonestown Massacre.

La banda del californiano, aunque afincado en Berlín, Anton Newcombe tocó en Madrid el pasado 8 de septiembre. Había mucha expectación por verles en directo, como demuestra el lleno que registró el madrileño Teatro Barceló, lugar que acogió el evento. El rock psicodélico al estilo de los 60 es marca de las composiciones de Newcombe, un músico prolífico, lleno de personalidad y estilo, que va completamente a su aire, algo que sin duda se agradece en el esclerótico panorama discográfico.
El grupo ofreció un concierto extenso, dos horas sin bises, en el que se no se alargaron los temas más de la cuenta y en el que no sonó mi canción preferida de la banda ‘If love is the drug’. No he encontrado el setlist de Madrid pero en el de Barcelona se registran treinta y cuatro canciones. Su último EP es “Thingy Wingy” (noviembre de 2015), aunque Newcombe, compositor y productor de sus propios discos, explica en varias entrevistas que ahora está enfrascado en la grabación simultánea de dos álbumes.
Si no me equivoco, de la formación original de principios de los 90 sólo permanecen Newcombe y Matt Hollywood. Actualmente la banda está compuesta por ocho músicos: batería, bajo, teclista, guitarras y su conocido “Mr. Tambourine Man”, el percusionista Joel Gion, que ocupaba el centro del escenario con su pandereta y una envidiable actitud, todo un ejemplo de cómo subirse a un escenario. Dentro de la extraña disposición en escena que suelen utilizar, Anton Newcombe, líder indiscutible de la banda, se situaba en un extremo del escenario. Actitud underground (del de verdad) hasta en la colocación. La banda de Newcombe, vestido con casaca blanca y adornado con múltiples collares, forma un conjunto sólido y en perfecto engranaje. Durante varios momentos se reunieron a departir en torno al batería para decidir el siguiente tema a tocar, culminando con un final poderoso, bastante más eléctrico y potente de lo había sido el resto del concierto.
El imposible nombre de BJM es un juego de palabras con el mítico guitarra de The Rolling Stones, Brian Jones, cuya imagen aparece de manera recurrente en el artwork de la banda, y el suicidio colectivo de casi mil personas en 1978 en Jonestown (Guyana), recuerdo haber visto sobrecogida de pequeña la noticia. BJM son protagonistas junto a otra magnífica banda, The Dandy Warhols, del documental DiG! (2004), de Ondi Timoner.
Como mencionaba el amigo il gatopando al inicio de esta crónica, la producción de BJM es una amalgama de LPs, singles, EPs, ya que Newcombe es un artista realmente prolífico. Me siento incapaz de abarcar su extensa y desperdigada discografía, mejor disfrutar del torrente incontenible de su música hipnótica. Y ya que estamos, recomiendo la escucha del disco de Tess Parks, “Blood Hot”, una artista con la que Newcombe colabora estrechamente y que bebe de muchas de las fuentes de The Brian Jonestown Massacre. 



El setlist gracias a EmeMarkt

Los veintidós años del coronel Bens en el Sahara. Historias coloniales

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Mi colaboración en el blog de los escritores saharauis en El País ¿Y dónde queda el Sahara? | 30 de enero de 2017
Esta entrada ha sido escrita por la periodista y escritora Conchi Moya.
Todos los países inventan su historia pero las metrópolis inventan además la historia de sus colonias. Como recordaba el profesor Juan Carlos Gimeno en unas jornadas sobre el Sahara Occidental: “En la edad moderna todos los estados tienen su historia, y es una historia inventada que procura ser coherente con su futuro. El colonialismo tiene su historia y el estado saharaui tiene que empezar a construir su propia historia (…) Hay historias silenciadas, fundamental es sacar a luz la historia propia de cada pueblo. Lo contrario es fomentar el genocidio y etnocidio”. Durante mucho tiempo la historia del Sahara Occidental la escribió la metrópoli, en muchas ocasiones a través del testimonio de los militares que allí estuvieron. Botánica, geología, geografía, manuales de hasania (la lengua de los saharauis), historia e incluso literatura, destacando las obras de Emilio Bonelli, Ángel Domenech, José Ramón Diego Aguirre o los hermanos Vicenç y José Guarner, entre otros; incluso algunos militares novelaron su experiencia en la que fuera provincia española como Fernando Mata, Mariano Fernández-Aceytuno, Agripín Montilla o Julián Delgado, o la reflejaron a través de la poesía, caso de Julio Martín Alcántara y Luis López Anglada.
Entre esa bibliografía colonial destaca el testimonio de Francisco Bens Argandoña (La Habana, 1867-Madrid, 1949), uno de los primeros gobernadores del Sahara Español y quien puso las bases para asentar el dominio colonial sobre el territorio saharaui. Bens escribió unas apasionantes memorias publicadas en los años cuarenta, que suponen un documento de enorme importancia al ser un testimonio directo narrado en privilegiada primera persona.
Por suerte la editorial Athenaica las ha recuperado en una reedición que cuenta con la siempre rigurosa participación del periodista e historiador Pablo Ignacio de Dalmases. El pasado lunes 16 de enero estas memorias de Bens se presentaban en Madrid en el Archivo Histórico Nacional, en una mesa moderada por Severiano Hernández Vicente, subdirector general de los Archivos Estatales.
Manuel Rosal de Athenaica destacó que la editorial, “académica y universitaria”, recupera libros difíciles de encontrar y de gran valor en la historia de España. De ahí el interés por la reedición de estas memorias, publicadas en 1947, dos años antes de la muerte de Bens. La editorial decidió contar para la introducción del libro con Pablo Dalmases, como especialista en la historia saharaui y a partir de este trabajo ha surgido la posibilidad de rescatar más obras relacionadas con el África Española.
A continuación tomó la palabra Antonio Ramos-Yzquierdo, teniente general del Ejército de Tierra e integrante de Tropas Nómadas entre 1960 y 1963, para realizar una semblanza militar del autor de las memorias. Destacó las “dos partes” en que se divide la carrera de Bens, una primera en Cuba, operativa, en la que participó en numerosas batallas y una segunda en el Sahara Occidental, entre 1903 y 1925, donde “primaron las labores de diplomacia, conocimiento de gentes y la gestión administrativa”; estos veintidós años son los que se recogen en las memorias. Según Ramos-Yzquierdo “la lejanía y la carencia de comunicaciones en aquella época posibilitaron que Bens gozara de gran autonomía pero también tuviera encima una gran responsabilidad”. Gracias al conocimiento que fue adquiriendo de la sociedad saharaui Bens pudo realizar de manera pacífica su misión en el Sahara, “sin pegar un tiro”, como se recalcó en las diferente intervenciones. Bens llevó a cabo de la mano de los saharauis varias incursiones fuera de Villacisneros, que era donde se circunscribía la presencia española. Esto facilitó la posterior ocupación del territorio interior saharaui, a partir de los años 30, y el afianzamiento del dominio colonial español. En cuanto a su gestión, se construyó un nuevo fuerte, a pesar de no contar apenas con medios materiales ni humanos.
Las memorias fueron “reconstruidas” por Bens, ya que las originales fueron destruidas por su familia durante la Guerra Civil, lo que originó diferentes lagunas e inexactitudes, que son resueltas gracias a la introducción biográfica que ha realizado Pablo Dalmases con el título “Bens, el cubano que hizo español el Sahara”. También con la inclusión de una parte final formada por artículos del propio Bens sobre las tres expediciones que llevó a cabo y que contienen datos mucho más precisos.
La metrópoli había tardado más de veinte años en salir de los fortines de Villacisneros; hasta las incursiones de Bens los militares españoles sólo se habían movido dentro del núcleo del fortín. Se adentró en el desierto gracias a la invitación de los propios saharauis, sin portar “ni un lápiz” para no despertar suspicacias. En un momento, principios del siglo XX, en que no había demasiado interés en España sobre lo que sucediera en el territorio saharaui, Bens llegó al Aargub; realizó una expedición a Atar en el Adrar Stemar, espeso palmeral que ya estaba entonces en manos francesas; ocupó cabo Juby, a cuya localidad principal se le dio el nombre de Villa Bens, la actual Tarfaya (Marruecos); también ocupó más tarde La Güera, localidad saharaui fronteriza con Mauritania.
Resulta fascinante la vida y la presencia de Bens en el Sahara, un militar que había combatido con crudeza en la guerra de Cuba y que sin embargo “supo cambiar el chip” al llegar a Río de Oro, sustituyendo las armas por las palabras y la diplomacia, que usó con inteligencia y astucia. En las memorias se recogen recuerdos e impresiones, testimonios sobre la forma de relacionarse con los saharauis y su idiosincrasia, reflejando también la importancia de la mujer saharaui en su sociedad. Bens no adoptó la vestimenta saharaui, aunque sí aprendió a montar a camello sobre la rajla (montura tradicional), vistiendo serual (el pantalón que usan los saharauis para montar sobre el camello). Hay versiones encontradas sobre si Bens aprendió o no a hablar hasania, algo que no se sabe a ciencia cierta. Es difícil pensar que no lo hablara, ya que vivió codo con codo con los saharauis, haciendo las incursiones en el desierto directamente de su mano. Sí se sabe que contaba con un intérprete de su confianza, Laseny, con el que aparece en algunas fotos de la época.
Pablo Dalmases agradeció al coronel Javier Perote, que se encontraba entre el público asistente, el acceso al material sobre Bens que poseen los descendientes del autor. Como curiosidad, Bens formó una familia en Cuba, y posteriormente formó otra familia en España. De esa unión tuvo una hija, Engracia, fallecida en 2008. Gracias a sus pesquisas, Dalmases pudo contactar con la nieta de Bens, que aún vive.  Hay otros misterios en torno a su vida, como quién le ascendió a General Honorario, ya que Bens acabó su carrera militar como coronel; tampoco hay constancia de dónde estuvo durante la Guerra Civil ni qué fue de su familia cubana.
En definitiva un importante trabajo para la recuperación de la memoria histórica del Sahara Occidental, en este caso de la memoria colonial, esperando que los saharauis sigan poniendo las bases para el estudio de la historia de su país, a través de los testimonios de sus propias fuentes, la mayoría orales, y también recogidas en la poesía y en antiguos manuscritos.

La “tranquila determinación” para la lucha de Grace Paley. Lectura de “La importancia de no entenderlo todo”

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No conseguir el objetivo por el que se lucha raramente es una derrota, pese a lo que nos intenten hacer creer. Es en lo que realmente consisten las protestas: presionar para revertir la situación o, en su defecto, minimizar los daños @AlexTouchdown
La casualidad ha hecho que leyéramos “La importancia de no entenderlo todo” de Grace Paley (Círculo de tiza, 2016) en pleno proceso de investidura del nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, cuya elección supone un indudable retroceso para el movimiento feminista, la ecología, los derechos civiles, el movimiento pacifista y antinuclear. Todo lo que está sucediendo en las últimas semanas nos lleva a pensar y a ficcionar ¿cómo reaccionaría la escritora y activista estadounidense ante estos hechos convulsos que se nos están viniendo encima? Creo que nadie que haya leído su libro dudará que se habría echado a la calle, participando seguramente en la “Marcha de las Mujeres contra Trump” y protestando contra este peligroso presidente.
Para hablar sobre Grace Paley y su obra nos visitaron en el Gabinete de Lectura de Jesús Casals en La Central el pasado 31 de enero, dos de las artífices de la editorial Círculo de Tiza, Eva Serrano (quien fuera lectora en Alfaguara y Tusquets) y Chola Mateos.
Las editoras conocían los “Cuentos completos” de Grace Paley, editados en España por Anagrama, lo que les animó a editar este libro de crónicas que no estaba traducido al español. Su título original es “Tal como pienso”, pero ellas apostaron por publicarlo con el título de uno de los artículos del libro, “La importancia de no entenderlo todo”. El libro reúne artículos periodísticos, conferencias y reflexiones escritas entre los años 60 y finales de los 90 (Paley murió en 2007). Modesta también con su obra, la autora empezó a escribir como una forma de reflexión sobre sus inquietudes sociales y cívicas, “El sentido de mi vida era escribir. Tardé mucho en darme cuenta”, afirmaba.
Nacida en 1922, hija de inmigrantes rusos socialistas, su extensa familia estaba llena de mujeres fuertes con gran presencia, al menos de puertas para dentro. Paley creció “rodeada de palabras”, las historias que escuchaba de niña la hicieron tomar parte en todo tipo de luchas contra la injusticia. En su opinión, “además de hablar y pensar hay que hacer”. Su vida se desarrolló principalmente en el Bronx, fue una mujer típicamente neoyorquina: dura, tenaz, resistente, muy social y “callejera”.
Elvira Lindo descubrió a Paley para España, animando a Anagrama a editar sus cuentos. Mujer de gran sentido del humor, su reivindicación nunca era “faltona”, su activismo era de una “tranquila determinación”. Ella entendía que no se podía dejar de luchar, y que había que apostar por ir consiguiendo pequeñas victorias. Paley representa la voz de la calle, nunca es una voz pasiva, ella animaba a salir a la calle a esos ciudadanos de a pie, haciendo reivindicaciones lógicas y sensatas, nunca con agresividad. Su máxima fue que para lo justo no hay que pedir permiso, “Para mí ha tenido más importancia no pedir permiso que desobedecer”, afirmaba. En palabras de la editora, “esas son las personas que hacen palanca y consiguen mover un poquito el mundo”. Paley cuenta siempre sin hacer drama, ni teñir de heroísmo las situaciones. Esa forma simple de expresarse le da mayor claridad, tenía la habilidad de “usar la palabra justa”. La autora consigue que las vidas sencillas tengan una épica, sin caer en costumbrismos ni clichés; creía firmemente en el compromiso cívico. Pero, según Eva Serrano, “por delante incluso de la ideología era una mujer alegre, humana y bienintencionada”.
El estilo de Grace Paley es emotivo, sin caer jamás en la cursilería, con acertadas pinceladas de humor. Poseía “el carácter terco necesario para la resistencia pacífica”. En su vida siempre hubo una estrecha conexión entre lo público y lo personal, “todo es política”, sin traumas entre su intimidad doméstica y sus protestas callejeras. Madre y activista por encima de todo, lograba sacar provecho de cualquier experiencia y contarla sin resentimiento, como el delicioso relato en el que cuenta los seis días que pasó en la cárcel, en su mismo barrio, por manifestarse contra la guerra de Vietnam. Paley no entendía la desobediencia civil como un acto agresivo, sino como “la manifestación de aquello para lo que no se debe pedir permiso, ya que es justo”. Su fino sentido social lo aprendió de su familia, de gran conciencia política, que ella llevó más allá, “Nos considerábamos librepensadoras, por delante de nuestros padres”, afirmaba Paley. Me ha sorprendido descubrir que utilizaba el término “mareas” que luchan por los derechos civiles, uniendo movimientos antibelicistas, antirracistas, feministas y ecologistas. Ella entendió la importancia de la interconexión de luchas.
Se la ha definido como una “feminista que amaba a los hombres”, así recoge Elvira Lindo en el prólogo del libro esta reflexión de Grace, no exenta de humor: “Las mujeres han comprado libros escritos por hombres desde siempre, y se dieron cuenta de que no eran acerca de ellas. Pero continuaron haciéndolo con gran interés porque era como leer acerca de un país extranjero. Los hombres nunca han devuelto la cortesía”. Efectivamente, una de sus grandes luchas fue a favor del feminismo. “Los derechos de las mujeres son derechos humanos”. La idea del feminismo de que los hombres dejen de manejar a las mujeres es probablemente más les cueste asimilar a ellos. Deliciosa la reflexión de su suegra sobre cómo se había pasado la vida haciendo cosas para complacer a los hombres y en lo maravillosas que serían las vidas de las mujeres que vivieran para sí mismas. En esta línea de defensa de los derechos de las mujeres Paley también escribió sobre el aborto, una situación que ella misma sufrió: “Aquellos encargados de armar jaleo y lanzar hipócritas consignas pro vida. La vida en realidad no les importa, lo que quieren es recuperar la propiedad de los cuerpos de las mujeres. Cuando las mujeres eran simples receptáculos para tener los hijos, que ni siquiera les pertenecían”. Demoledora sentencia.
En el libro aparecen algunos artículos en los que la autora reflexiona sobre enseñanza y literatura; pensaba que la literatura debe proceder de no saber (ese no entenderlo todo). Abogaba por escribir sobre “aquello por lo que sientes curiosidad, de lo que te obsesiona, de lo que quieres conocer”. “La diferencia entre el escritor y un crítico es que para hacer bien su trabajo, un escritor debe vivir en el mundo y un crítico para sobrevivir en el mundo debe vivir en la literatura”. “El escritor es alguien que se cuestiona las cosas”, afirmaba. Otros artículos, sobre todo en los que aparecen en la última parte del libro, hablan del paso del tiempo, la vejez o la menopausia. “Hace falta salir fuerte de la madurez y llegar a la vejez con los músculos de la imaginación en buena forma, y con los músculos necesarios para nadar contra las mareas de la desinformación también muy fuertes”.
Sus artículos ofrecen interesantes pensamientos sobre el capitalismo, la democracia y Estados Unidos “un país rico, poderoso, algo retrógrado, secretamente pobre, racista, democrático, tan grande que resulta incómodo, cascarrabias y también honrado”. Y así reflexiona en relación a cómo se ha vaciado de contenido la democracia, una cuestión que también nos planteamos en España en especial con la aparición de los nuevos partidos: “La democracia no sólo consiste en votar: Las elecciones, cada cuatro años, se consideran la mayor responsabilidad de la ciudadanía, aunque por lo general sólo vota el 50 por ciento del electorado”. “Cuando sólo te interesas tú mismo te vuelves aburrido” y es que el egoísmo típico de la clase media choca con la necesidad del pueblo de manifestarse por el bien común: “La preocupación por los propios intereses es algo común a la clase media”, afirma Paley. Así realiza una encendida defensa de lo público. “Los hijos de los progresistas deben ir a la escuela pública. Allí los niños, los profesores y sus padres pueden participar en la gran lucha social por una educación adecuada para todos los niños”. El capitalismo siempre se ha mostrado indiferente a que la clase obrera esté sin trabajo y sin dinero para pagar el alquiler. “Estamos en manos de hombres cuyo poder y riqueza los han separado de la realidad de la vida cotidiana y de la imaginación”.
Una de las causas por las que más luchó fue por el fin de la Guerra de Vietnam, “país torturado, laboratorio de pruebas para los ingenieros de bombas americanos”, llegando a viajar al país durante la contienda. “Por favor, dígale a los grandes científicos americanos que dejen de utilizarnos como laboratorio. El napalm funciona y el nuevo fósforo blanco también”, le dijo un norvietnamita en 1969. Su experiencia con la guerra de Vietnam le demostró que “los hombres hacen las guerras y las mujeres y los niños las sufren”. Luchó contra las adopciones norteamericanas de niños vietnamitas, a los que arrancaban de su familia y sus raíces. Lo recoge de manera impecable en “Los hijos de los otros”.
Fundada en 2014 Círculo de Tiza es una editorial que apuesta entre narrativa y periodismo. Un ejemplo son los libros de Juan Tallón y Antonio Lucas o “América” de Manuel Vilas, un viaje por EEUU; o libros sobre literatura como "Leer es un riesgo" de Alfonso Berardinelli. En la editorial se decantan por la crónica periodística, con libros que miran la realidad de un modo diferente y muy evocador. Se trata de no ficcion, sin llegar a ser ensayo, como el libro de Leila Guerreiro “Los suicidas del fin del mundo”, una de sus primeras publicaciones. De momento sólo tienen publicada una novela. “La lectura es un lazo invisible que une a gentes muy diversas, genera una conexión con un montón de gente que no se conoce. El libro hasta que se edita pasa por una serie de peripecias casi milagrosas. Que un libro llegue a las manos de un lector es un milagro que crea comunidades invisibles”, reflexionó Eva, quien dijo mostrarse encantada de salir de la editorial y tomar contacto directo con los lectores de sus publicaciones.
He compartido unos días especialmente inspiradores con Grace Paley, una mujer que sin duda habría abrazado la causa saharaui de haberla conocido. Su lucha contra el imperialismo, el etnocentrismo, contra las violaciones de derechos humanos es otra marea que se une con la que llevan a cabo los activistas saharauis en todo el mundo. Nuestra causa tiene una Grace Paley en la persona de Juanjo Miera, luchador durante su dilatada vida por los derechos sindicales, anti OTAN, anticapitalista, quien desde la huelga de hambre de Aminetu Haidar es un incansable activista por la causa del pueblo saharaui. Le he tenido presente durante la lectura de “La importancia de no entenderlo todo” y desde este rincón quiero rendirle un humilde homenaje y reconocimiento.
“La importancia de no entenderlo todo” de Grace Paley. Círculo de tiza. Páginas: 380. PVP: 24 euros. ISBN: 978-84-945719-2-3

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